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Mirar la huerta con ojos de maestro

El cultivo de hortalizas en los hogares o en forma comunitaria es una tarea que se ha difundido mucho en los últimos años. La creación del PRO-HUERTA allá por los años 90, contribuyó a acercando los conocimientos de los expertos. Muchas escuelas, recurriendo a las experiencias de la escuela Nueva y en especial de las hermanas Cosettini, también a la pedagogía Waldorf, incluyeron en su propuesta educativa el espacio de la huerta. 

Los ingenieros agrónomos por nuestra formación, tenemos la capacidad de “ver” la unidad y diversidad en la estructura de las plantas, los procesos biológicos detrás de los cambios, la interacción entre los seres vivos y entre estos y el ambiente. Si a esta mirada, agronómica, le agregamos otra con ojos de maestro, podemos descubrir los contenidos de los diseños curriculares en el cultivo de hortalizas.  Uso exprofeso en este texto la expresión “con ojos de maestro”, título de un libro de Francesco Tonucci, que hace tiempo llegó a mi poder de la mano de una amiga docente y que me abrió las puertas a otras dimensiones de la enseñanza.

A partir de la identificación de parcelas de contenidos, se pueden plantear situaciones problemáticas y proponer proyectos. En este sentido el alcance del trabajo en la huerta supera el área de Ciencias Naturales y permite un tratamiento integral de los temas con el aporte de otras áreas.

El foco que se ponga o el recorte que se haga de las actividades en la huerta, así como la profundidad del abordaje, dependerán del nivel de los estudiantes. El trabajo en la huerta ofrece situaciones de enseñanza aprendizaje aprovechables desde Nivel Inicial hasta el último año de la escuela Secundaria. Desde la exploración sistemática hasta el diseño de experimentos con control de variables, desde la formulación de preguntas hasta la realización de investigaciones, desde el reconocimiento de los órganos de las plantas hasta la diferenciación de epidermis de Mono y Dicotiledóneas… todo dependerá de la propuesta de un docente avezado.

¿Qué mejor que diferenciar las partes de la plantas en una planta real? Una planta de berenjena o de pimiento en las cuales podemos encontrar al mismo tiempo flores y frutos resultan ideales para este fin. Un zapallo Anco sirve a los fines de vivenciar, observar y   registrar el ciclo de vida: extraemos las semillas en otoño, las sembramos a comienzo de primaveras y podemos observar los frutos en formación al final del ciclo lectivo. También las arvejas o las habas proporcionan el ciclo completo. 

La reproducción de las especies hortícolas abre una puerta a la reproducción de las plantas superiores. Reproducción vegetativa como la papa o el ajo o sexual como la reproducción por semilla, como la mayoría de las plantas de la huerta. Las Cucurbitáceas pueden dar el pie para notar las diferencias entre las flores masculinas y femeninas, mientras que el seguimiento focalizado en  la evolución de una flor muestra la magia del desarrollo del fruto a partir del ovario.

La fabricación de abono orgánico es una actividad propicia para plantear el ciclo de la materia en los cursos superiores o simplemente poner en evidencia la actividad de la mesofauna y de los descomponedores en la escuela primaria. 

El suelo, ese gran ausente, o de tratamiento tangencial, en la escuela primaria y secundaria, es un concepto que no puede eludirse cuando se emprende el cultivo de hortalizas bajo lineamientos agroecológicos. La idea del suelo   como un organismo vivo que hay que cuidar es un tema crucial, en la formación de futuros ciudadanos críticos que habitarán un país como el nuestro, en donde la producción primaria es un engranaje fundamental en la economía, y las formas de producir están estrechamente ligadas a la conservación de los recursos naturales.

Acerca de

Ing. Agr. Ana Clara Martino

82-2-0160

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