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Drones, aliados tecnológicos para maximizar los beneficios del sector agropecuario

La UNR ofrece un curso de piloto en el Centro de Estudios Interdisciplinarios.

Pilotear un drone no es un juego, o al menos no solamente. El acceso a esa tecnología y su manejo como herramienta de trabajo supone y exige una capacitación previa exigente que contempla nociones de navegación, legales y de meteorología, entre otras.

Estos vehículos aéreos no tripulados, que ya se utilizan en múltiples sectores de la economía, ofrecen aplicaciones agropecuarias muy variadas y permiten una serie de beneficios que redundan tanto desde lo económico como desde lo productivo y lo ambiental. Son grandes aliados a la hora de lograr una producción con menores gastos y máxima eficiencia, y sumar la habilidad de manejarlos o pilotearlos puede ser un interesante agregado de valor para los profesionales de la agronomía.

Con ese fin la Universidad Nacional de Rosario (UNR) desarrolló el Programa Científico Tecnológico de Investigación y Desarrollo de Vehículos Aéreos no Tripulados en el Centro de Estudios Interdisciplinarios (CEI), cuyos objetivos principales apuntan a la investigación, el desarrollo de tecnología estratégica, la asistencia técnica y legal y la prestación de servicios especializados a partir tanto del empleo de vehículos aéreos no tripulados (Vants) como de las posibilidades que ofrece el asesoramiento remoto mediante este tipo de plataforma.

El ingeniero agrónomo Néstor Di Leo, quien forma parte del staff de profesores, explicó que se trata de un programa con enfoque multidisciplinario del cual participan como capacitadores ingenieros agrónomos, ingenieros electrónicos, ingenieros aeronáuticos y también abogados, ya que una pata importante tiene que ver con la cuestión legal y las normativas de uso de esos aparatos.

Manual de instrucciones

El 15 de diciembre comenzó el curso de operador de drones que brinda el Centro de Estudios Interdisciplinarios (CEI) de la Universidad Nacional de Rosario. Dura 3 meses y la modalidad es 80% virtual y 20% presencial. Consta de 12 materias y tiene un costo de 30 mil pesos. Entre sus objetivos más importantes está asesorar a instituciones sociales y privadas en la materia; formar recursos humanos; formular y ejecutar programas y cursos de capacitación y establecer programas de transferencia.

En rigor el curso no depende de la facultad de Ciencias Agrarias si no que está organizado por la Universidad. En el marco del CEI se desarrolla lo que se llama Programa científico tecnológico de desarrollo de vehículos aéreos no tripulados, un curso que _según explicó Di Leo_ “intenta nuclear las capacidades vinculadas a lo que tenga que ver con empleo de aeronaves no tripuladas”. 

Los conocimientos que ofrece la capacitación son amplios y tienen que ver tanto con cuestiones de desarrollo de las propias aeronaves como el diseño y desarrollo de los vehículos, los sistemas de propulsión y lo relacionado al software de autocontrol. También se trabaja en torno a las aplicaciones como las cámaras espectrales y las térmicas.

El cuerpo docente es muy variado y cubre varias disciplinas: al menos tres ingenierías (agronómica, electrónica y aeronáutica), la dimensión legal (abogados) y por supuesto la práctica (pilotos de aeronaves). “El curso de pilotaje de drones está apuntado básicamente a la operación formal de la aeronave, a la evaluación de las condiciones meteorológicas previas, al uso de los espacios aéreos y al conocimiento de las normativas de vuelo”, detalló Di Leo, quien trabajo junto al también ingeniero agrónomo Sergio Montico. 

Una vez aprobadas las diferentes materias y el examen final (que consta de una parte teórica y otra parte práctica) el curso culmina con una certificación otorgada por la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac): “esta certificación avala la capacidad de la persona que recibe el carnet como detentor de los conocimientos y habilidades necesarias para operar aeronaves” dijo el profesional.

La aprobación final requiere también de un análisis psicofísico ya que si bien el manejo de un drone obviamente no implica las mismas responsabilidades que una aeronave que transporta personas, si hay que tener ciertas aptitudes físicas para su manejo y operación. “Hay que estar bien de salud, en general se exigen más requisitos que para conducir un automóvil” agregó Di Leo.

Líneas de trabajo

Entre las líneas de trabajo que ofrece el programa está, por ejemplo, acercar conocimientos para el desarrollo de aeronaves de ala fija y de ala rotatoria, el diseño y la construcción de partes, rudimentos de reparación y banco de pruebas. También se trabaja en el desarrollo de sistemas de propulsión y control, autopiloto, telemetría, instrumentación y estaciones de tierra.

En relación a la navegación el menú de contenidos incluye diseño y planificación de misiones de vuelo automáticas, entrenamiento de personal operativo, dimensionamiento de flota y equipamiento de a bordo y tierra. Eso se complementa con nociones legales básicas relacionadas tanto con el uso de los aparatos como con los planes de vuelo y la utilización del espacio aéreo.

Con el foco puesto en sus funciones concretas, también se abordan las aplicaciones fotogramétricas vinculadas al telerelevamiento multiespectral y térmico de tipo bidimensional. Estas aplicaciones están destinadas a monitoreo de la vegetación (tanto natural como cultivos), cursos y cuerpos de agua, situaciones de impacto ambiental y monitoreo y determinación de las condiciones de mantenimiento de estructuras que emiten calor, por ejemplo.

Asimismo, se introducen conceptos sobre aplicaciones fotogramétricas surgidas del telerelevamiento RGB de tipo tridimensional (3D) que pueden destinarse a la elaboración de modelos numéricos de formas y tamaños de objetos, como soporte para obras de infraestructura, ingeniería o topografía.

Múltiples posibilidades

¿Para qué pueden usarse los drones? Las respuestas son múltiples y abarcan una paleta muy amplia de disciplinas o sectores que van desde el entretenimiento o la fotografía a la búsqueda de personas, el delivery, control fiscal, monitoreo del territorio para prevención de desastres naturales o la vigilancia de fronteras. 

Desde lo productivo y comercial sus usos también son muy variados e incluyen desde la asistencia a empresas de tendido eléctrico para monitoreo de las condiciones de mantenimiento de alta tensión a fotografía de eventos sociales o deportivos.

La utilización de esta herramienta, como ocurre con la tecnología en general, trae un conjunto de beneficios que luego se reflejan tanto en una mejor productividad como en menores gastos, al hacer más eficientes procesos que antes requerían más tiempo.

Esto también se corrobora en el sector agropecuario, donde los drones ayudan a efectúa el trabajo en menos tiempo y con menos recursos, lo que colabora en la obtención de mejores rendimientos.

Las aplicaciones agropecuarias

Tanto Di Leo como Montico participan en el cursado con foco en las aplicaciones, más precisamente vinculadas a la actividad agropecuaria y a los recursos naturales en especial. Aunque este curso en particular no está enfocado en la parte agronómica si no que apunta a formar pilotos, el sector sumó con el uso de los drones una herramienta clave para la gestión de la actividad agropecuaria.

“Nuestra participación en el programa sirve para poner a disposición nuestra experiencia en relación a las aplicaciones agronómicas, que pueden ser fotométricas y multiespectrales para el monitoreo de cultivos, estimación de diferentes parámetros y monitoreo del estado sanitario, entre otras cosas” enumeró el profesional, quien recordó que la capacitación cubre los aspectos formales para tener la licencia.

A nivel agronómico las utilidades son múltiples e incluyen diferentes tipos de drones: los llamados “mapeadores” se usan en agricultura de precisión ya que sus sensores sirven para conocer los requerimientos del cultivo, el momento ideal para cosechar, hacer mapas, inventariar la cantidad de plantas o suministrar información sobre el estado del ganado.

Por su parte los sensores multiespectrales son muy empleados y permiten medir cuál es la cantidad de luz que reciben las plantas. Los drones fumigadores, por otro lado, permiten utilizar agroquímicos de manera muy precisa lo que luego se traduce tanto en una reducción de costos al maximizar el uso de los productos, como en menores riesgos sanitarios tanto para los aplicadores como para el ambiente en general. 

“También hacemos capacitaciones específicas para colegas en la facultad de Agrarias, en 2020 hicimos un webinar con 400 asistentes durante el cual presentamos la tecnología”, puntualizó Di Leo.

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