Institucional

Ingenieras: el recorrido por la paridad de género en el Colegio

El siglo XXI está marcado, entre otras cosas, por el avance de la paridad entre hombres y mujeres en los lugares institucionales que operan como centro de toma de decisiones. Décadas de lucha e insistencia han equiparado en gran parte las oportunidades laborales sin distinción de género, una historia que también puede leerse en el propio recorrido del Colegio de Ingenieros Agrónomos.

La cada vez mayor cantidad de mujeres que estudian Ciencias Agrarias tiene su correlato en una participación creciente en los consejos directivos de diferentes instituciones del sector, así como en roles empresariales o de funcionariado de alto rango.

Marcela Sibuet, actual presidenta de la segunda circunscripción y vicepresidente del Colegio a nivel provincial, lo explicó así: “en la actualidad el concepto de discriminación se desteje y entramos a acomodar las fichas, tirar de nuevo, se repensó y surgió que nos encontramos con muchos ejemplos de mujeres empoderadas”.

“En el ámbito de la profesión, ligada a la ruralidad y con amplio espectro de actividades, el rol de la mujer no dista del de los hombres. La producción agrícola depende en gran medida de la interdependencia y colaboración entre mujeres y hombres en la esfera productiva y la plena ruralidad con la mujer como protagonista y generadora de microeconomía regionales”, sintetizó la profesional.

Pioneras e innovadoras

Ing. Agr. Mariela Allegro

Pero alguien, alguna vez, dio el primer paso. Una de las profesionales que asumió el reto de ampliar la participación de las mujeres en la profesión en general y en el Colegio en particular fue Mariela Allegro, recibida en Agrarias en la vieja sede de calle Santa Fe cuando el edificio de Zavalla aún no estaba y sólo iban hasta esa localidad “para los prácticos”.

Allegro recuerda que apenas recibida se fue a trabajar con su hermano al campo y que en esa época “no había muchas mujeres en general”. “En mi comisión era la única, yo entré en el año 79 y me recibí en 1984, era la única en las comisiones que eran de 25 personas, aunque en la promoción si había mujeres, aunque muy pocas”. 

Si bien su anhelo primero fue estudiar veterinaria, por consejo de su familia optó por Agrarias, que en ese momento tenía examen de ingreso. Una vez recibida fue a trabajar al campo familiar de la zona de Salto Grande, donde junto a su hermano atendían unos 90 tambos. “Al principio me costó, mi hermano me decía ‘hacete valorar’. En esa época ser mujer y trabajar en el campo no era tan fácil, aunque con el tiempo ya todos me conocían”, rememoró.

“Éramos muy pocas las que estábamos en contacto con el productor, y no era fácil porque no sólo te tenía que aceptar él sino también su familia y sobre todo su esposa, que te miraban con desconfianza”.

Allegro estuvo también en la formación del Colegio: “luchamos para formarlo y enseguida empecé a participar, fui la primera mujer en el Colegio en la Comisión Directiva y me sentí muy bien ya que si bien eran todos hombres yo ya estaba acostumbrada a eso por mi trabajo en el campo”.

Crece desde el pie

Ing. Agr. Ana Clara Martino

Ana Clara Martino recuerda con precisión cómo comenzó a gestarse la participación de las mujeres profesionales dentro del Colegio. 

”Me acerqué al Colegio por invitación de Mónica Canillas que es ingeniera agrónoma pero trabajaba en el Colegio como administrativa. Mariela ya estaba, ella participaba de la   Comisión de Fitosanitarios.  A un colega, hombre, y no a nosotras, se le ocurrió que organizáramos un encuentro de ingenieras agrónomas para saber en qué estaban trabajando. Y entonces Mariela, Mónica y yo empezamos a convocar a colegas que conocíamos. Vinieron Griselda Roccuzzo, Marcela Sibuet, Estela Albert, Mirian Gabellini y otras tantas más”.

Fue así que en junio de 2001 se organizó el I Encuentro de Mujeres Profesionales de la Ingeniería Agronómica bajo el lema “La inserción de la mujer ingeniera agrónoma en el mercado laboral”. En ese encuentro, al que se invitó a todas las profesionales de la segunda circunscripción, compartieron sus experiencias 5 ingenieras con diferentes actividades laborales: Alicia Gadda, Marta Cachiarelli, María Elena Aradas, Valeria Bortolotti y Griselda Pavarín.

También se distribuyó un cuestionario sobre actividad laboral y formación que entregó una primera foto sobre cómo trabajaban las ingenieras agrónomas de la región: el 19% de las asistentes habían egresado de la facultad entre 1970 y 1980, el 37% entre 1980 y 1990 y el 44% entre 1990 y el 2000. El 57% tenían trabajo permanente, el 9% trabajo temporario y el 34% estaban desocupadas.

Sobre 57 asistentes que respondieron el cuestionario, 11 trabajaban o se habían especializado en paisajismo/arbolado; 8 en producción orgánica, 6 en producciones alternativas, 5 en control de plagas, 5 en manejo de cultivo, 4 en laboratorio (agua, suelo, semilla), 3 en manejo ganadero, 3 en gestión de empresas, 2 en manejo de suelo, 2 en horticultura, 2 en forestación, 2 en riego, 2 en apicultura, 1 en medio ambiente y 1 en manejo de granja.

La comisión de mujeres

A la par de la institucionalización de la profesión a través de un Colegio, las ingenieras agrónomas encontraron un espacio específico dentro de la comisión de mujeres. “Se fueron sumando al Colegio muchas colegas mujeres, no lo pensábamos, pero la convocatoria tuvo buen resultado”, explicó Allegro, quien puntualizó que en esos momentos la mayoría de las profesionales estaban en investigación o dando clases, pero muy pocas se dedicaban a la extensión. 

Martino, que coordinó la comisión de mujeres desde sus inicios recuerda: “la comisión se encargaba muchas cosas, dábamos charlas para la comunidad sobre panificados, elaboración de conservas, huerta, usos de la soja. Hacíamos la producción de un espacio de radio en la FM Tango, los martes al mediodía, al que invitábamos ingenieros agrónomos, ese programa lo hicimos durante 10 años. Además éramos quienes organizábamos los congresos y otros eventos que hacía el Ciasfe. También teníamos un proyecto que se llamaba Prácticas profesionales no rentadas que lo pensamos para que los colegas ya recibidos y sin trabajo, tuvieran una oportunidad”. Y agrega: “la Comisión de mujeres se transformó en Comisión de Servicios a la Comunidad cuando comenzaron a incorporarse colegas hombres. Para ese entonces ya muchas de nosotras ocupábamos cargos en el Consejo Directivo y también en el Tribunal de Ética y Disciplina. No necesitamos una ley de paridad de género. Hoy el cargo de presidenta vicepresidenta y secretaria del Ciasfe2 lo ocupamos tres mujeres.”

Con “a” de presidenta

Ing. Agr. Griselda Roccuzzo

Griselda Roccuzzo fue la primera mujer en llegar a la presidencia del Colegio, un cargo al que accedió después de haber estado en la propia conformación de la entidad. “Ingresé al Colegio por invitación de una colega y enseguida nos apropiamos de la idea de que teníamos mucho trabajo por delante, porque si bien había muchas ingenieras en actividad no estaban participando de la vida institucional” recordó. “Yo me acerqué para tratar de ayudar con ese motivo y luego me fui involucrando de una manera muy especial, yo me siento parte de los cimientos del colegio”, dijo. 

Entre las razones que ayudan a entender por qué muchas mujeres demoran su carrera o sus compromisos profesionales está la maternidad: “Agrarias es una carrera larga y cuando te recibís estás en la etapa de tener hijos, y a veces conciliar todo se hace más difícil”. En ese punto Roccuzzo sintetizó su forma de ver el trabajo institucional, que para funcionar de buena manera tiene que anclarse en una visión “de equipo y de complementariedad más allá de géneros, ideas o singularidades”.

“Todos tenemos miradas distintas y complementarias y lo bueno es que se abrió un lugar para eso, en la segunda circunscripción ya hay un montón de mujeres participando. Se rompieron los pruritos, antes había que demostrar 100 veces más y ahora es más relajado el tema. Me gusta pensar que somos necesarias y eficientes en lo que hacemos en el lugar que elije cada una, mi abuelo y mi abuela eran campesinos y hacían todo codo a codo”.

Griselda recuerda su paso por la presidencia como “una emoción muy grande”. “Me demoré mucho en aceptar la propuesta porque no me tenía fe, pero el equipo tuvo fe en mí y los colegas también. Nos hemos ganado este lugar, no fue algo que salió de la galera, fue un proceso con mucho acompañamiento de muchos colegas mujeres y hombres, de respetarnos mutuamente”, señaló la profesional.

La foto del hoy: paridad y nuevos desafíos 

Ing. Agr. Marcela Sibuet

En una mirada retrospectiva, Allegro reconoce que meterse a trabajar en un mundo que hasta hace pocos años era exclusivamente masculino “no le costó tanto”. “Los colegas varones nos aceptaron bien, yo fui la primera vicepresidenta mujer del Colegio”. Hoy la foto es muy distinta, destaca. “Hay muchas más mujeres que estudian y no creo que ya haya ninguna diferencia”. 

Roccuzzo razonó de manera muy parecida: “yo nunca sentí ninguna falta de respeto ni tuve ninguna situación impropia por ser mujer. A mí me toco compartir la primera etapa con los fundadores del colegio que eran todos hombres y tuve muy lindas vivencias. Creo que más que el género son otras las barreras que hay que atravesar dentro de la profesión, como aceptar nichos diferentes dentro de esa misma profesión. No se trata solo de hombres y mujeres, sino de poder coexistir con diferentes pensamientos e idiosincrasias. Yo reivindico eso”, dijo.

Por su parte, Marcela Sibuet expresó que si bien “existen controversias y discusiones como en cualquier entidad, nunca sufrió discriminación por ser mujer”.

“Hoy le quiero dedicar un espacio a todas las mujeres ingenieras agrónomas, alentarlas a seguir el camino de las ‘no diferencias’, ayudar y acompañar a las que por algún motivo atraviesan situaciones de discriminación o disparidad en la profesión, motivarlas a sentirnos iguales y alentarlas a que se atrevan a soñar con los cargos, los puestos, la realización de actividades que nunca se animaron, que fortalezcamos la idea de proyectar acciones comunes, trabajar colaborativamente, complementarse porque hombres y mujeres nos necesitamos en esta profesión y nos necesita la sociedad. Las mujeres tenemos la calidez en el alma, y eso es un distintivo y un valor que nutre, pacífica y sana. No existe un antes y un después, el valor intrínseco está en la capacidad de sentirse iguales” subrayó la profesional.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *