Un año excepcionalmente seco tensiona los cultivos de invierno y obliga a repensar las estrategias productivas.
Con el persistente escenario de fondo de una sequía que ya es histórica, tras el agosto más árido de la última década y bajo pronóstico de Niña para la próxima primavera, llevar adelante las producciones agropecuarias del invierno y preparar las del verano se convierte en un desafío con el doble de obstáculos.
Tanto en los departamentos del norte santafesino como en los del sur, los ingenieros agrónomos y los productores afinan estrategias para minimizar los riesgos asociados al clima y garantizar un piso de rentabilidad con el ojo puesto en los pronósticos y en la creciente variabilidad climática, una variable que llegó para quedarse.
Monitoreo constante, diversificación, rotación, buena fertilización y el acento puesto en el manejo más que en los insumos son algunas de las claves para hacerle frente a la sequía.
El trigo en apuros
Federico Dyke asesora campos en la zona de Reconquista, donde dirige el departamento técnico de una cooperativa importante con sucursales en Chaco, Salta y Santiago del Estero. “En lo que va del año viene pegando muy fuerte la falta de precipitaciones y estamos con una sequía muy importante en la zona”, dijo, para agregar que en el noreste de Santa Fe los suelos son muy playos y no acumulan agua.
Según el ingeniero agrónomo si bien el trigo está muy afectado en todo el norte del país al menos por ahora no se descarta demasiada superficie: “hasta ahora no hay casi nada descartado, pero si lotes que están muy afectados. Si bien es temprano para cuantificar la pérdida de rendimiento podemos estar cerca de la mitad”, adelantó. De los 2.000 kilos promedio que rinde el trigo en Chaco se llegaría a los 1.000, y de los 1.700 que se consiguen en el norte de Santa Fe se pasaría a unos 800 kilos, una caída muy fuerte.
“Si llueve pronto podremos mantener estas previsiones, si sigue sin llover las pérdidas serán más drásticas” explicó Dyke, para agregar que el frío también hizo su parte ya que las heladas afectaron al cultivo, que este año no pudo resguardarse en la humedad del suelo para hacerles frente.
En el sur de la provincia el escenario no difiere demasiado. Alberto Malmantile es ingeniero agrónomo y trabaja en el Inta de Venado Tuerto. Explicó que si bien el año arrancó con una recarga importante de agua (unos 520 milímetros desde enero hasta abril en el departamento General López) a partir de mayo no cayó más nada.
“Hoy todo está muy seco, en los últimos tres meses no hubo nada salvo un par de lluvias de no más de 20 milímetros. Si combinamos la gran sequía con el año muy frío que venimos teniendo, con más de 40 heladas registradas desde el inicio del invierno, nos genera una gran complicación para el trigo y para todos los cultivos del invierno con los cereales, la cebada y el verdeo en los sistemas mixtos”, relató.
Malmantile agregó que la napa en esa zona de la provincia está en la actualidad 2 o 3 metros de profundidad, mientras que otros años han trabajado con napas a 1,5 metros. “Monitoreamos todo el tiempo los lotes sembrados con trigo y los que van a maíz para relevar qué humedad en el perfil tenemos, pero las raíces de trigo al haberse tornado tan seco el clima no se desarrollaron mucho en profundidad por lo que hay una primera malla a 20 o 30 centímetros de suelo, lejos de la humedad”, señaló.
El ingeniero agrónomo dijo que si bien durante los primeros meses de cultivo (a partir de mayo) la demanda de agua es mínima, al crecer precisa más líquido. “Tenemos miedo que cuando precise agua el cultivo no la encuentre, hay raicillas pero son escasas, está todo al límite” sintetizó.
Cultivos de verano
En el norte provincial el girasol ya está implantado en un 70 por ciento y si bien se discontinuó por la falta de humedad en general los cultivos están bien. “Ha habido algunas pérdidas por helada y se ve mucho daño por pájaros, porque lo único verde son los campos de girasol y allí van a buscar comida” dijo Dyke, quien puntualizó que los lotes quedaran y habrá resiembra. “El girasol es muy importante en la zona y tendremos una campaña prometedora”, dijo.
En relación a la soja, explicó que en esa zona “es de alto riesgo con un año seco” por lo que se acortan las variedades y los ciclos de madurez: “es una tendencia que se ve para hacer frente a estos años secos”. También se prefiere el algodón a la soja, ya que se trata de un cultivo más rústico para los años con poca agua.
Los departamentos del sur también siguen de cerca la evolución del clima. Según explicó Malmantile para los lotes que van a maíz, que comienza a entrar desde septiembre, se ve cierta humedad que llega a los 60 u 80 centímetros. Su recomendación es monitorear de manera permanente los lotes, tanto las lomas como los bajos, para ver la humedad en los perfiles y decidir qué y cuándo sembrar: “para hacer maíz temprano tiene que llover 60 milímetros, si cae eso se puede hacer. Luego en base a lo que ofrece cada lote hay que ver si en los bajos las napas están más cerca y con la humedad más alta es factible hacer maíz. En las lomas, sin napa y con poca humedad, habrá que esperar un poco más”.
El experto recomendó llevar un monitoreo muy intenso de humedad para decidir la siembra de maíz y se mostró esperanzado de que el escenario mejore para la soja: “todavía falta mucho, recién se empieza a sembrar desde el 20 octubre en adelante y la idea es que se pueda llegar a recuperar humedad en los perfiles”, razonó.
Adaptarse y planificar para enfrentar al clima
La fuerte variabilidad climática y la irrupción de fenómenos extremos son algunas de las formas bajo las cuales se muestra el cambio climático y Santa Fe no es un territorio exceptuado de esta tendencia, que se verifica en todo el planeta.
Para Dyke “el clima es cada vez más determinante” y, en ese contexto, el trabajo del ingeniero agrónomo pasa cada vez más por la planificación “teniendo en cuenta estas cuestiones climáticas”. “Lo climático apuntado a la formación del ingeniero puede venir con el tema del riego, hay muy poco de eso en el norte y falta financiamiento, aunque existe una gran necesidad”.
“Si un ingeniero agrónomo se especializara en riego encontraría una buena ventana laboral en esta zona, porque el productor que busca sumar tecnología a sus lotes quiere ser más eficiente en lo que ya tiene, no sumar superficie” razonó Dyke, para quien para neutralizar los efectos del clima conviene recorrer ese camino y no el de cultivar más tierras para compensar las pérdidas.
Por su parte, Malmantine consideró que el trabajo del ingeniero agrónomo es clave para toda producción y que, a la hora de tomar decisiones y evaluar estrategias, es clave fortalecer el mix con los productores: “es muy bueno trabajar en conjunto porque así se potencian las dos partes, en años tan complicados como este vale más que nunca eso de que ‘cuatro ojos ven mejor que dos’, el intercambio de ideas es fundamental. Ante la falta de humedad la parte técnica del monitoreo es interesante, es una herramienta más para tomar decisiones”.
Diversificación, una de las claves
Según explicó Dyke, algo que ocurre en los departamentos del norte santafesino es que empresas que trabajan la ganadería buscan mejorar rindes en campos que también son agrícolas. “Vemos que muchas empresas quieren hacer dos o tres actividades para licuar el riesgo del clima, porque si falla la agricultura podés tener la ganadería de resguardo”.
Otra estrategia pasa por rotar cultivos y no apostar todas las fichas a un solo grano. “Creo que los productores que mejor se van a acomodar son los que están incluyendo el algodón en la rotación porque ven que les brinda cierta estabilidad productiva. Si llueve sacan algodón y soja, si no llueve igual sacan algodón” resumió Dyke.
Otra opción en el norte provincial es el sorgo, hoy con precios por encima que los del maíz y mucho más resistente: “el productor mixto que hace agricultura y ganadería lo incluye porque es rústico, más barato y más seguro que el maíz. Hay una tendencia a una mayor superficie que se viene viendo en las dos o tres últimas campañas para competir con la soja sobre todo”, dijo el especialista.
En la opinión de Malmantine el clima es una variable que jamás debe desestimarse. “Sabemos que al trabajar al aire libre tenemos una diferencia con otras actividades y hay que estar muy atentos a los cambios que hoy en día presenta el cambio climático porque hace más vulnerable a la producción”.
Para enfrentar mejor este escenario, recomienda “hacer las cosas bien y manejar un sistema con rotación y fertilización”. “Si se trabaja bien muchas veces te podés despegar de la cuestión climática, si tenés cobertura podés sembrar igual porque tendrás humedad aun en escenarios como este. Con un buen manejo siempre tenés más espalda”, argumentó.
Más asesoría financiera
Por fuera de la coyuntura de este año de sequía y pandemia, otra de las tendencias que viene asomando entre los productores es la demanda de mayor asesoría financiera. “Hoy el productor pide herramientas de gestión y de negocios más que asesoría técnica sobre qué producto usar o qué sembrar. Al productor ya hay que llamarlo empresario agropecuario”, dijo Dyke.
“En la actualidad vemos que el productor muchas veces prioriza más que lo ayudes a hacer un buen negocio que información sobre la cuestión técnica pura para la que nos forma la facultad. Creo que tenemos que desarrollar cada vez más eso”, concluyó el experto.