1. Introducción, problemática a dilucidar
Cuando comienza la cosecha, fina o gruesa y se completa la planilla de un lote con la ansiada cifra del rendimiento, de alguna manera se empieza a pensar en la campaña venidera.
A partir de ese momento nos invaden certezas y dudas. Las preguntas que nos hacemos tienen que ver con la continuidad o no de determinado cultivar o híbrido, cómo rotar los próximos herbicidas de acuerdo a su “sitio de acción”; si el cultivo programado se adapta al manejo que demanda la maleza que vimos escaparse; si el servicio de cosecha contratado cumplió con lo prometido, etc. etc. etc.
Resumiendo, aquellas decisiones agronómicas y empresariales que se tomaron durante el ciclo del cultivo “afloran” al momento de cosecha. Por lo tanto, “en caliente”, se sacan las primeras conclusiones de lo actuado.
A medida que avanza la recolección y se incorporan otros rendimientos, aquellas primeras consideraciones se pueden ir modificando. Se escucha decir entonces… “Tal vez hay que analizar otras alternativas con más tranquilidad y reunir más información sobre el tema”.
Pues de eso se trata. Un análisis de campaña de determinado cultivo es evaluar los resultados productivos del año con una mirada holística haciendo el esfuerzo de contextualizar los datos sueltos que se tienen.
2. Los registros, divino tesoro
Se observa que, en general, la cultura de “anotar” en las empresas agropecuarias de nuestra zona es, cuanto menos, escasa. También hay ejemplos donde se llevan buenos registros pero nadie los aprovecha.
Los grupos CREA poseen en su metodología de trabajo un programa de reuniones donde cada cultivo se analiza exhaustivamente y, siendo miembro, tu obligación es presentar en tiempo y forma las planillas para que el Ingeniero asesor “las trabaje”.
Volviendo a los registros, suelen hallarse incompletos y otras veces poco entendibles. Nos referimos, salvo excepciones, a las empresas llamadas “chicas y medianas” que son las que abundan en nuestra área laboral.
Es común escuchar a titulares de dichas empresas decir… “Es tan poco lo que siembro que, lo que te hace falta, pregúntamelo que lo recuerdo perfectamente”. Luego, comprobamos que no es así. Otros, que sí siembran algo más de una decena de lotes comentan… “Algunas anotaciones están en el cuaderno en el depósito de los líquidos y otras las tiene mi hija – que se encarga de los papeles – en la computadora”. El testimonio de alguien más prolijo suele ser… “Antes anotaba todo, pero dejé de hacerlo porque nadie me explicó qué utilidad darle”.
3. Asesores agronómicos, manos a la obra
Nosotros, los Ingenieros Agrónomos, tenemos que afrontar lo expresado y actuar en consecuencia.
Como nuestros registros “nacen” de las propias anotaciones del productor, debemos ser muy convincentes a la hora de estimular a nuestro interlocutor para que cumpla esa tarea con responsabilidad.
Para facilitar dicha labor, hay que ofrecer una Libreta de campo, de diseño específico e impresa en talleres gráficos, que debe estar siempre a mano. El lugar ideal es la guantera de la camioneta.
De allí se transcribe a la llamada Planilla por lote, cuyo formato sirve para cualquier cultivo o bien, se carga directamente en la PC.
Nuestro trabajo profesional consiste, no solamente en dar soluciones a las demandas de las empresas que asesoramos sino, también, instalar la sana costumbre de que “todo debe anotarse”.
De hecho, el profesionalismo se expresa en exigir un elevado nivel de detalle de las cosas que ocurren en un lote. Saber el horario en que se realizó determinada fumigación, junto a la dirección y velocidad del viento, hablan bien de nuestra dedicación y esmero. Dicho ejemplo, va más allá de lo necesario para hacer un buen análisis de campaña pero es necesario aclararlo.
4. El Análisis propiamente dicho, tarea de gabinete
Con los datos en nuestro poder, éstos se cargan en una planilla Excel buscando completar la mayoría de las columnas que describen las principales características de un cultivo.
Un modelo simplificado debe considerar para cada lote: el cultivo antecesor, las fechas de inicio de barbecho, siembra y cosecha, el nombre de la variedad o híbrido y la nutrición ofrecida en cuanto a tipo de fertilizante y cantidad. No deben faltar las acciones para el control de adversidades tales como malezas, plagas y enfermedades. Por supuesto el dato final es el rinde logrado expresado en kg secos/ha.
Pueden cargarse otros datos con el fin de reflejar algunas cuestiones que tienen relevancia en determinados cultivos. A saber: en soja, el espaciamiento entre surcos; en maíz, el número de plantas logradas a cosecha; en trigo, el agua disponible expresada en mm a 2 metros de profundidad, al momento de siembra. Si nos referimos a cultivos estivales, la mención respecto a cultivos invernales llamados “de cobertura”, no debe faltar.
Por lo tanto, la magnitud de una saludable complejidad depende del “nivel de resolución” que, como profesionales – en este caso analíticos – deseamos darle a nuestro trabajo.
4.1 El ambiente de producción
Un párrafo aparte y bastante controversial por cierto, se refiere a cómo calificar el ambiente de producción de determinado lote.
En algún momento, la valorización dependía del tipo de suelos y su génesis. Usábamos la conocida Carta de suelo publicada por INTA basada en la clasificación americana en cuanto a capacidad de uso.
Hoy no existe coincidencia entre los Asesores acerca de que ese “valor” exprese el potencial productivo de un lote. Puede leerse “capacidad de uso I.1” pero, debido al manejo de los últimos 30 años, ese suelo se encuentre muy degradado y su potencial ha disminuido ostensiblemente. De manera tal que algunos colegas optan por calificar “a su manera” usando sólo dos o tres categorías. Consideran, por supuesto, la Serie de suelo “original” pero, también, el trato que se le dispensó al lote en cuanto al nivel de participación de gramíneas y estrategia de fertilización, ambos aspectos cruciales en la conservación del recurso.
Siguiendo con el abordaje de los aspectos que hacen a la descripción del ambiente de producción, últimamente se tiene en cuenta, la influencia de la napa freática. En la jerga agronómica aparece una nueva expresión para aclarar alguna performance productiva y se expresa…”lote con napa”. Tanto es así que ciertas empresas hacen el seguimiento de esta variable mediante la lectura con “freatímetros”; luego, desarrollan determinadas prácticas según consideren a la napa como beneficiosa o perjudicial respecto al cultivo a implantar.
Además, para aquellos suelos clase II o III donde la limitante pasa por el relieve inclinado y su riesgo erosivo, se aclara expresamente si determinado lote posee o no obras de sistematización para el manejo de los excesos hídricos.
4.2 Metodología de trabajo, breve aproximación
Los lotes se ordenan, enumerándolos como “Caso”, de mayor a menor según el rendimiento obtenido. Ese “caso” se identifica con el número que figura en el establecimiento rural o directamente con el nombre del lote. Figura además, el nombre de la empresa si el objetivo del ANALISIS contempla una comparación entre productores.
El primer cálculo que se realiza es obtener el rendimiento medio de la campaña, para cotejarlo luego con los de los años anteriores. Finalmente, se busca graficar la serie histórica que tengamos.
Otro aspecto es buscar-recta de regresión mediante- cuál es la “tendencia” del rinde a través de los años considerados y la tasa de crecimiento anual –si la hubiera- expresada en kg de grano/ha.
A partir del listado de lotes, si el número de casos lo permite, es conveniente separar el mismo por cuartiles. Comparamos luego lo que sucede en el cuartil superior y el inferior. Al primero lo llamamos “pelotón de punta” y al segundo “pelotón de cola”; las marcadas diferencias productivas generalmente encuentran una explicación en la calidad del ambiente, aspecto desarrollado con profundidad en el punto anterior.
En determinados años, el cultivo antecesor puede marcar una pequeña diferencia y muy de vez en cuando la utilización de algún insumo es determinante. En el pasado y, específicamente hablando de soja, la aparición del cultivar DM 4800 RR tuvo relevancia. También ocurrió al incorporar azufre (S) como fertilizante y en el oportuno uso de fungicidas foliares durante la epifitia de mancha de ojo de rana (Cercóspora sojina) ocurrida en la campaña 09/10.
Hace años que las denominadas “tecnologías de insumos” no tienen un impacto importante en los cultivos. De hecho, el último logro de la biotecnología en soja, el cultivar comercializado con el nombre de “Intacta”, con resistencia a larvas de algunos lepidópteros, tiene poca difusión en nuestra zona, más allá de producir el ahorro de algún tratamiento con insecticida.
Otro ardid metodológico es aislar aquellos 10 mejores lotes e intentar obtener algunas pautas de manejo “claves” para trasladarlas a la campaña venidera. A sabiendas que, en agronomía, toda simplificación es peligrosa, uno trata de aferrarse al éxito logrado.
También suele aparecer algún caso donde el ambiente es excelente y el “rinde no aparece”. Se repasan las columnas y se comprueba que tanto las fechas de las labores como los insumos utilizados son los recomendados. Ocurre que la información generada no contempla los intangibles de nuestra actividad, es decir, la calidad del trabajo. Por ejemplo, una siembra de maíz desuniforme espacial y temporalmente, y un aporte de nitrógeno a un trigo macollando que nunca fue tomado por el cultivo, no siempre quedan reflejados en un análisis de campaña.
4.3 El camino deseado: dato, información y conocimiento
El dato, por sí mismo, tiene poca relevancia; es más, se emparenta con lo que popularmente llamamos “chisme”. Por ejemplo…”Mi primo sembró una variedad de soja que rindió más de 60 qq…” Si bien averiguamos cuál es esa variedad, esta afirmación, describe sólo una pequeña parte de lo que ocurre en el proceso de un cultivo. Si el dato nos dispara decididamente a la acción, estamos en problemas.
Para nuestro trabajo profesional, los datos tienen importancia si son la base para la creación de información.
Por lo tanto, comprobar que varios lotes con “tal” variedad tuvieron elevada producción significa estar frente a un material genético de alto potencial de rendimiento. Si los casos conocidos son pocos, vale aclarar que la tan preciada estabilidad se verá con los años. Si además observamos que eso ocurre en determinados ambientes sembrados durante la segunda quincena de octubre y, a su vez, estos sitios llevan aportes de nutrientes en cantidades generosas, estamos tratando de generar información al añadir significado al dato original. Esto demanda contextualizar y categorizar los componentes intrínsecos al disparador inicial, es decir, el dato.
Por último, el conocimiento deriva de la información recibida. Consiste entonces en “llevar a la práctica” esa información hallada pero, con la ardua tarea de compatibilizarla con la experiencia adquirida y los valores ya establecidos en la empresa u organización. Es menester pues, demostrar en esta etapa, el “saber hacer”.
Siguiendo con el ejemplo elegido, es posible que “tal” variedad rinda mucho si se logran entre 20 y 25 plantas por metro cuadrado con determinada cantidad de nudos fértiles y si, además, en el período crítico de llenado de granos (R4-R5), esos cultivos no sufren estrés hídrico.
Estos comentarios, que llevan implícitas comparaciones y conexiones entre diferentes factores, equivalen al último tramo del camino que nos deposita en el tan buscado conocimiento.
5. Beneficiarios y conclusiones
Como extensionistas que somos, al repensar nuestra labor profesional, encontramos en el análisis de campaña, una herramienta fundamental. En primer lugar debemos propiciar la prolija tarea de llevar registros. Luego, producto del trabajo a gabinete ofrecer una sólida información. Por último, alentar para que las empresas y organizaciones asesoradas validen dicha información a nivel de lote. A partir de aquí, podemos empezar a hablar de conocimiento adquirido.
Se duda en encarar un análisis de campaña al trabajar junto a una pequeña empresa si ésta siembra sólo 4 ó 5 lotes por año de un determinado cultivo. Pero, con una mirada prospectiva, al cabo de 5 años contamos con 25 casos, cifra no despreciable para obtener una información que irá delineando el futuro productivo. En 5 años se transitan diferentes condiciones climáticas, aparecen distintas adversidades; en lo que atañe a semillas, se prueban nuevos materiales genéticos; los precios relativos de los granos e insumos cambian, por lo tanto, es valioso contar con información que nos marque el rumbo productivo.
Cuando la empresa posee mayor escala, al contar con un número de casos (n) elevado, además de las alternativas expresadas para una pequeña empresa, aparecen otras posibilidades. Podemos comparar lo que ocurre entre campos alquilados y propios, lo que sucede al cotejar lotes cercanos con aquellos distantes del centro operativo de la empresa, qué pasa al manejarlos con maquinaria propia versus contratando servicios a terceros, contrastar la eficiencia de diferentes formas de asesoramiento agronómico, etc.,etc.
De hecho, como expresamos al inicio, los grupos CREA hacen un esmerado uso del análisis de campaña, logrando una “sana competencia” entre sus miembros y, también pudiendo autoevaluarse frente a otros grupos de la Región a la que pertenecen.
Las cooperativas de primer grado, manteniendo el anonimato de los participantes, pueden ofrecer este servicio a sus asociados. El gerente y los Ingenieros conocen perfectamente quienes pueden ofrecer datos confiables. Entre las muchas posibilidades que ofrece esta base de datos, se puede verificar el nivel tecnológico usado y obtener la media de rendimiento sin entrar en el terreno de las estimaciones. Además, como organización empresarial, que de hecho lo es, dicha cooperativa, con esta información puede encarar estrategias comerciales en beneficio propio y de sus asociados.
Para saber hacia dónde queremos ir, debemos contar con información confiable y, nuestro receptor-léase: cliente- debe percibirla como tal por su coherencia. Luego hay que crear conocimiento que pueda materializarse como un Producto de un Proceso de construcción, base de un pensamiento complejo.
Quienes ejercemos la agronomía, para honrarla como ciencia, debemos “salir del dato” para navegar nuevos horizontes, más complejos por cierto y, de esta forma escaparle a la rutina de la cotidianeidad.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición impresa #98 de la revista Agrovisión Profesional, correspondiente al mes de agosto de 2018.