Si bien se trata de un sector con enorme potencial de crecimiento, aún son pocos los ingenieros agrónomos que se especializan en el tema.
El manejo de bosques nativos puede convertirse en una interesante opción profesional para los ingenieros agrónomos de Santa Fe, provincia que cuenta con más de 1,7 millones de hectáreas con esa cobertura vegetal en los departamentos del norte, que alojan una diversidad de ecosistemas que son fuente de servicios ecosistémicos y de oportunidades de desarrollo únicos en su tipo. Para avanzar con esa agenda, es necesario reforzar la formación de base en las herramientas de gestión y multiplicar la información sobre las oportunidades que una buena asesoría técnica puede abrir a los productores agropecuarios del norte santafesino, sobre todo los ganaderos.
Más y mejor formación e información y acompañamiento estatal sea bajo la forma de financiamiento o de asesoría técnica son algunos de los desafíos a afrontar, según señalaron en charla con Agrovisión los ingenieros agrónomos Matías Speranza (MAT 87- 03-0213) y Gerardo Castro (MAT 82-1-1234).
El mapa santafesino
En 2007 se promulga a nivel nacional la Ley de Presupuestos Mínimos de Bosques Nativos, que les deja a las provincias la responsabilidad de armar sus propios mapas de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN), algo que Santa Fe concreta entre 2013 y 2014. A partir de allí algunas entidades estatales como el INTA comienzan a convocar a técnicos y a productores para trabajar sobre el tema. “Había una nueva ley con nuevos agentes y nuevos actores, eran otras reglas del juego. Así empezamos un camino en el manejo de bosques, a partir de ese momento”, recordó Speranza, quien se recibió de ingeniero agrónomo en la UNNE (Universidad Nacional del Nordeste) en 2014 y desde entonces se fue especializando en arboricultura moderna y en manejo de bosques con ganadería integrada, además de en sistemas de información geográfica.
“Con más datos y nuevas técnicas los ministerios de Ambiente y de Producción comenzaron a caminar juntos, se fueron acercando esos caminos. Eso es un punto a favor, porque mejoraron las técnicas para trabajar en el bosque, hay buenas prácticas que ayudan a no tenerle miedo a las herramientas que se utilizan”, agregó el especialista, quien remarcó la enorme diversidad de ecosistemas que existen en la Provincia, que cuenta con una superficie de bosque nativo total de 1,747,059 millones de hectáreas, repartidas en dos categorías de protección: amarilla (se pueden hacer planes de manejo) con 1,371,568 millones (505 mil hectáreas en Vera y 262 mil en 9 de Julio) y roja (solo se pueden hacer planes de conservación) con 375.491 hectáreas de bosques, que se reparten entre los departamentos norteños de Vera (unas 70 mil hectáreas), General Obligado (128 mil) y 9 de Julio (57 mil) y también San Cristóbal (37 mil), San Justo (33 mil) y San Javier (23 mil).
“El trabajo debe estar en el norte, donde hay mucho para manejar en las zonas amarillas”, subrayó Speranza, para quien el paso del tiempo y más y mejores conocimientos fueron borrando de a poco la antigua tensión entre producción y ambiente. “Hoy los productores saben que hay que defender el bosque, saben lo que es la sombra para el animal, saben que los índices productivos crecen bajo la sombra, que el árbol es un aliado que protege de las heladas. Nadie quiere tumbar el bosque”.
Una interesante ventana profesional
Trabajar en la elaboración y gestión de planes de manejo de bosques nativos es una ventana laboral importante para los profesionales de la agronomía, que tienen un enorme campo de acción casi desierto todavía, con el plus de que la Provincia tiene porciones importantes aún de su territorio bajo este tipo de cobertura vegetal. “Para trabajar de manera transparente sobran las oportunidades, porque no hay mejor trabajo que aquel que conserva y produce a la vez. Está lleno de nuevas oportunidades de producir conservando”, dijo Speranza, quien recordó la gran cantidad de animales vacunos que hay en el norte provincial “que podrían estar comiendo adentro de los montes donde hoy casi no se puede entrar por los renovales de especies no productivas”. “En las hectáreas bajo categorías amarillas se podría abrir el monte al ganado, tenemos bajos índices productivos ganaderos que podrían mejorar aumentando la receptividad del monte. Hoy nos metemos en ambientes frágiles como los Bajos Submeridionales, cuando tenemos al lado un bosque productivo cerrado”, agregó el experto.
Gerardo Castro es egresado de la facultad de agronomía de la UNER (Universidad de Entre Ríos), tiene formación en arbolado público, manejo forestal y actualmente es parte de la Dirección de Recursos Naturales y Ecología del ministerio de Ambiente y Cambio Climático de Santa Fe. En su opinión, el manejo de bosques es una gran oportunidad para que nuevos profesionales puedan desarrollar sus carreras, ya que para elaborar los planes -según dicta la ley provincial- hace falta recurrir a un ingeniero agrónomo o uno forestal. “Hay pocos profesionales que estén trabajando en esto, es un nicho que no está cubierto, hay departamentos con un solo técnico como pasa en 9 de Julio, no hay muchos en la provincia trabajando con esto todavía”, señaló.
Más información, mejor formación
La contracara de las oportunidades de trabajo que ofrece el manejo de bosques nativos es la falta de información que todavía subsiste en muchos productores, que siguen pensando -según Speranza- que contar con la visión de un ingeniero agrónomo o forestal significa más presión en temas ambientales, cuando en realidad es un canal para mejorar productividad.
Con la idea de aportar información sobre el tema, Castro escribió junto a su colega Carlos Chiarulli el libro “Los bosques de Santa Fe, aproximación a una tipología vegetal” que puede consultarse y descargarse libremente. “El libro surgió como respuesta al poco conocimiento o a la simplificación extrema que se hace de nuestros bosques. Muchos técnicos todavía piensan que todos los tipos de bosques son iguales, la idea era aportar información sobre la gran diversidad que hay en la Provincia”, puntualizó el experto, para quien “quizá falta interés, porque no hay conocimiento”.
“La orientación de las facultades no ayuda mucho al tema formativo, falta eso de formación de base, hay muy poco todavía sobre manejo de bosques. Por eso apostamos a los talleres y a las charlas y después surgió la idea del libro, para evitar ir hacia una sola forma de manejo y que los técnicos vieran que no todos los bosques son iguales”, agregó Castro.
Otro punto que suele jugar en contra son los vaivenes en las políticas públicas, que son oscilantes según los cambios de gestión en los diferentes niveles de gobierno. “Falta fomentar nuevos técnicos y falta más acompañamiento del Estado”, señaló el profesional.
A nivel formativo, tanto Speranza como Castro subrayaron que las carreras universitarias todavía no ofrecen un abanico amplio de conocimientos sobre gestión de bosques nativos. “A nivel formación todavía falta, en la UNNE no tuve nada específico sobre bosques nativos, las facultades también tienen sus falencias y solo apareció como materia optativa. No hay un eje temático que baje con certeza a los alumnos, los programas académicos escasean en términos de sostenibilidad, falta eso”, señaló Speranza. “La UNNE y la UNL tienen que converger en el norte a través de asociaciones y organismos como el INTA, en toda la zona de la Cuña Boscosa, hay que meterse ahí”, agregó.