El ingeniero agrónomo Victor Abertondo, nos contó sobre su experiencia profesional dedicada al mejoramiento vegetal y también analizó los desafíos para el área de investigación en Argentina.
El futuro de los cultivos nace en un laboratorio. Investigar, indagar hasta obtener nuevos conocimientos o ampliar su aplicación para la solución de un problema ha sido el leitmotiv del ingeniero agrónomo Victor Abertondo a lo largo de su carrera profesional. Hoy como director global de investigación de Advanta, pero desde hace 25 años vinculado a la industria semillera, pasa gran parte de sus días en Dubái donde la compañía tiene su sede corporativa y desde allí pilotea el trabajo en centro de investigación con programas de breeders en 10 países diferentes, entre ellos el centro de investigación de Advanta en Venado Tuerto.
Durante su visita a estas Pampas Abertondo habló con Agrovisión Profesional sobre su actividad enfocada en el mejoramiento vegetal, camino que afianzó primero con su posgrado en Iowa State University y después con su trabajo por 12 años en Nidera y desde hace 10 años en Advanta. “Fui breeder de maíz durante 20 años y en Advanta tomó la responsabilidad para reabrir el programa de mejoramiento de maíz en Argentina y al poco tiempo como líder de investigación de maíz a nivel global y eso hizo que empiece a viajar mucho para dar soporte y colaborar con programas de investigación en otros países”, contó el referente de la firma de capitales indios, del Grupo UPL, quien también analizó la performance de los profesionales en Argentina y los desafíos para la investigación en el segmento agrícola.
Hace casi dos años Abertondo tomó rol de director global de investigación y dejó de enfocarse sólo en maíz. “Ahora tengo un rol más amplio y por eso me moví a Dubái donde hay una oficina central y está el directorio. Formo parte del directorio y ahí damos soporte al resto del mundo, tengo centros de investigación con programas de breeder en 10 países. Tenemos áreas de soporte para investigación para mejoramiento vegetal como por ejemplo en área de biología molecular, estadístico, genómica, en bases de datos, patologías”, relató el ingeniero agrónomo que diariamente dentro del área de investigación se vincula con 250 personas que están full time trabajando para Advanta, para diferentes cultivos.
¿En qué líneas de investigación están trabajando en Argentina?
Argentina es una geografía súper importante no sólo del punto de vista del negocio sino que en general las américas son importantes porque son un centro de excelencia en prácticas agronómicas. Pensemos en una empresa global donde está el tema agrícola emergente, evolucionando en otras regiones al este, países asiáticos, con nuevas tecnologías, sistemas de manejo agronómicos que hace muchos años se desarrollaron acá y utilizan. Argentina tiene un rol de centro de excelencia, eso es muy importante, de alguna manera le permite capitalizar a la empresa mucha experiencia a partir de lo que se hace en Brasil, Argentina y Estados Unidos. En Argentina trabajamos en tres cultivos, donde le damos más relevancia a la investigación y construir nuestros porfolios: girasol, sorgo y maíz. Dentro del sorgo tenemos forrajeros y graníferos. Estos programas de investigación si bien tienen una base en Argentina, muy maduros, sobre todo en girasol y maíz con muchos años continuos de mejora están muy relacionados y vinculados con otros programas de investigación de otras partes del mundo. Si bien los programas son locales y se trabajan apuntando a las necesidades propias de los sistemas en la región, en Argentina, se usan herramientas y hay un flujo de germoplasma, de genética, de conocimiento, colaboraciones con otros países que impactan en la Argentina. Como toda empresa buscamos desarrollar híbridos que tengan una alto potencial de rendimiento, con estabilidad y también buscamos el desarrollo de algunos caracteres específicos que permitan mejorar la producción o el manejo agronómico. Un caso muy claro es el desarrollo de los sorgos con tecnología de resistencia a imidazolinonas llamada Igrowth que se lanzó hace pocos años y con un volumen significativo a partir de esta última campaña está teniendo un impacto impresionante, prácticamente estamos hablando de un nuevo cultivo. Más allá de que nuestro enfoque es el breeder, el desarrollo de materiales con estabilidad, rendimiento y tratando de explorar todas las aéreas de adaptación en los segmentos de mercado que participamos, también hay un desarrollo de tecnología específica que vemos que tienen un impacto muy positivo y permite resolver algunas cuestiones que no estaban resueltas como la tolerancia a herbicida en un cultivo que estaba un poco flaco en ese sentido.
¿Qué están trabajando en girasol y maíz?
En girasol nos estamos expandiendo en forma muy agresiva, a partir del incremento muy significativo en el contenido de aceite. Estamos trabajando en todos los segmentos del mercado de girasol también. Tenemos algunos specialities, como por ejemplo, algunos girasoles con alto contenido oleico, también con aceites especiales que no son commodities y los estamos desarrollando en Argentina para Argentina y para otros países del mundo. En maíz tenemos un enfoque muy fuerte en el segmento de granos y también en el segmento de biomasa, de silo, en el que se están lanzando materiales con alta calidad y niveles de producción de biomasa en términos absolutos y relativos. Advanta como ya está en el segmento del sorgo y claramente es líder en sorgo y tienen una presencia muy fuerte en graníferos y forrajeros el maíz va a complementar en los planteos ganaderos o de tambos donde se necesita una producción de silos de alta calidad y mucho rendimiento.
Los profesionales argentinos son reconocidos internacionalmente, desde tu mirada como referente global ¿cómo ves que está catalogada la ciencia argentina hoy?
Argentina por su perfil productor de granos y aceites siempre estuvo muy relacionado con centros de excelencia de desarrollo de tecnología como son Estados Unidos. Incluso un poco Europa o Australia para sorgo u otras especies. En general la comunidad de investigación de Argentina que trabaja dentro de la industria de la semilla está muy influenciada por centros de formación académica de excelencia. Estamos muy anclados en la formación de Estados Unidos en todo lo que tenga que ver con mejoramiento vegetal e inclusive mejoramiento animal. Ese no es un dato menor, a partir de iniciativas públicas y privadas Argentina buscó eso y de alguna manera generó una comunidad de investigación súper interesante que hoy está dando sus frutos. Me parece, y sin caer en observaciones políticas o coyunturales, que hay una tremenda oportunidad y obligación dentro del sector de mantener eso muy vivo y promoverlo aún más. La situación propia de la pandemia y el avance que hay en muchas áreas indirectamente relacionadas con la agronomía es tal que si no nos mantenemos abiertos e informados y promovemos la investigación dentro del país Argentina se va a quedar. Hace 15 o 20 años atrás las universidades o los centros de investigación en China no figuraban en los rankings de las 100 entidades académicas de excelencia en formación de agronomía, hoy los chinos están emergiendo y Europa misma tiene centros de investigación de excelencia que se está destacando en muchas áreas que impactan en los sistemas productivos. Por ahí no están orientados a sistemas tan extensivos, en la Argentina somos muy buenos produciendo en forma extensiva, pero claramente hay una gran oportunidad de continuar y darle lugar a la investigación en el país. Hay mucho espacio para eso.
¿Cuáles son los futuros desafíos para los ingenieros agrónomos?
Hay muchas cosas que están pasando, en muchas áreas. Tenemos que estar conectados, es fundamental que Argentina tome ventajas y no deje de ver eso. Por otro lado, hay una gran oportunidad para que entidades públicas o privadas sean de alguna manera las promotoras y coordinadoras de proyectos de investigación y esto va más allá de la industria semillera en Argentina. Con esta pandemia quedó demostrado que antes formarse o tener conocimiento implicaba subirse a un avión, tener fondos para pagar una universidad en el exterior y hacer posgrados intensivos pero hoy hay muchísimas herramientas que te permiten acceder al conocimiento con solo vincularte o tener un proyecto muy bien analizado y planificado. La limitante simplemente está en la capacidad de gestión que tengamos los argentinos. El espacio y la oportunidad viene por ahí, va más allá de las situaciones coyunturales de economía, retenciones, hay que verlo más como proyectos a mediano y largo plazos. Hay muchas áreas en el sistema productivo, se creció mucho en la capacidad analítica, se habla mucho de inteligencia artificial y proceso de imágenes, en Argentina se está creciendo mucho en ese sentido pero hay países que le ponen mucho foco y esta es un área fundamental. La principal limitante no está en los algoritmos o lo que esté disponible para analizar la información sino en que las bases de datos, la información que se genera en el sistema productivo argentino probablemente no tenga un nivel de conexión, son como bases de datos aisladas, no está centralizado. Es un área que se ve internamente como un desafío y oportunidad dentro del sector privado pero como país, región, entidades hay una tremenda oportunidad de crecer en ese sentido y los ingenieros agrónomos deberían ser parte en esto y tomar una responsabilidad en ese sentido, como entidad, coordinadores, como promotores de este tipo de iniciativas que permitan generar bases de datos sólidas para que se puedan tomar decisiones a partir de la información generada.
¿Qué oportunidades profesionales se abren en la pospandemia?
Un actor importante en esta oportunidad para que se haga realidad o intensifique es tener los contactos y sobretodo la visión, para ir más allá de lo que vemos día a día, de los sistemas que tenemos hoy en el país. Hay roles que pueden ser cubiertos por entidades, por el mismo país que debería estar enfocado en no perder esa visión de explorar y buscar oportunidades. Simplemente tener claridad, atreverse a ir más allá de lo que estamos haciendo y ser conscientes que hay una evolución en herramientas directa o indirectamente vinculadas al sistema de la agricultura que están disponibles e inclusive van a permitir la innovación. Cada sistema es distinto, no hay una receta que aplique para todos, la responsabilidad del profesional está en atreverse a desafiar y ver las oportunidades a partir de estas herramientas e inclusive atreverse a innovar. Atraer, adquirir, desafiar un poco al sistema a partir de lo que está disponible y generar nuevas formas de gestión y de manejo de los sistema productivos.
¿Cómo ves el futuro de la producción agrícola en Argentina?
Los sistemas agrícolas son dinámicos, Argentina es un claro ejemplo, el ambiente es dinámico y cuando uno hace mejoramiento vegetal tu segmento o tu ambiente van cambiando y la oportunidad está en ir interpretando esa tendencia en el cambio del ambiente para poder ganarle y de alguna manera hacer el proceso de mejora para que tus materiales funcionen bien en ese ambiente que va cambiando. Cuando hablamos de ambiente no me refiero solamente a ese concepto de cambio climático o de corrimiento de régimen de lluvias dentro de una región sino que también tiene que ver con la relevancia, los precios, las rotaciones y distintos factores que de alguna manera van modificando el ambiente. El desafío viene por ese lado. En el caso de maíz para silo, que es poco más de un millón de hectáreas en Argentina, es un porcentaje importante en el área, estamos trabajando mucho en la parte de digestibilidad, salir del concepto del híbrido que por sólo ser el híbrido mejor vendido en granos va a ser el más vendido para silos. Hay una oportunidad de dar un salto en ese aspecto, prestando mucha atención a la digestibilidad de la planta entera, esa es una de las aristas. Por otro lado, estabilidad en regiones marginales. La ganadería ha ido creciendo favorecida por la exportación y eso promueve los destinos forrajeros y creación de silo a partir de sorgo y maíz, y los planteos productivos concentrados en la región núcleo se van a regiones más marginales. El otro salto y desafío que estamos viendo es elevar pisos de producción en regiones que son marginales. Estamos hablando de producción con altos volúmenes en el norte, al oeste, inclusive San Luis. En sorgo, en silos, estamos haciendo el lanzamiento para el sector forrajero de tolerancia a herbicidas con Igrowth. Otra línea más enfocada a mediano plazo, mejorar características específicas dentro del grano, tanto en maíz como en sorgo, que van a permitir un salto significativo en calidad y valor nutricional. Puedo contar a hasta este punto, es parte de una investigación internacional de la cual forma parte Argentina. En la parte de edición génica estamos viendo la investigación de forma experimental porque no está desregulada en algunos países, sí en Estados Unidos o Australia y ahí estamos llevando a cabo procesos de investigación que involucran a todos los programas de mejoramiento. Tenemos una oportunidad de dar otro salto, la edición génica es subir un poco más el nivel de mejora, muy relacionado con calidad de granos.
¿Es la edición génica el camino futuro que se explora?
La edición génica es algo que se conoce desde hace varios años, lo que se conocía de la naturaleza se transforma como una herramienta. El sistema enzimático que permite llevar a cabo la edición génica en los cultivos que le permitió ganar el premio Nobel a la francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna ( premio Nobel de Química 2020 por el desarrollo de un método para la edición genómica) va mejorando mucho la forma de lograr editar gen. Los principios del proceso de mejora son muy estables, siguen aplicándose mejoras que se descubrieron hace muchísimo, la edición génica, transgénesis, herramientas analíticas, son herramientas que se ponen encima del corazón del proceso de mejoras. La edición génica es una de esas herramientas, todavía no tiene un impacto a nivel comercial y mundial en la agricultura pero sí en la medida que los países logren desregular y permitir el ingreso de este tipo de tecnología tanto en los países productores como consumidores. La edición génica es una herramienta emergentes que el mundo está haciendo uso, no se trae ADN de otra especie. Necesitamos entender cómo el ambiente en el que estás produciendo afecta la producción, hoy hay herramientas que no había hace 5 años atrás.