Las Lluvias extremas que cayeron en el norte provincial actualizaron el debate sobre el manejo de suelos y cultivos ante fenómenos extremos.
Enero de 2024 será un mes difícil de olvidar en el norte santafesino, más precisamente en la zona de Reconquista. La infraestructura rural y la urbana sufrieron excesos hídricos nunca vistos desde que la Estación Agrometeorológica del INTA de esa ciudad lleva registros diarios, con 511 milímetros caídos en sólo cuatro días, un número que contrasta fuertemente contra los 150 milímetros que es la cantidad de lluvia promedio que recibe esa porción de territorio durante el primer mes del año.
Luciano Mieres es ingeniero agrónomo (MP 3/0191) por la Universidad Nacional del Litoral (UNL), se especializó en manejo de suelos y trabaja en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Reconquista. Para el experto, es clave sumar conocimiento e innovaciones tecnológicas para estar mejor preparados antes eventos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes y potentes, como consecuencia del cambio climático global.
Excesos hídricos históricos
En relación a la situación que una parte del norte provincial atravesó durante la primera parte de este año, el experto explicó que durante las dos semanas más críticas (las dos primeras de enero) “parecía que estábamos en estado de emergencia nuevamente, esta vez por exceso hídrico”. Sin embargo, una vez superados los eventos extraordinarios de lluvias aparecieron buenas condiciones climáticas, lo que permitió que comenzara de forma natural el drenaje de agua desde los lotes agrícolas más altos hacia los más bajos.
Fue así que se pudo avanzar con actividades como la cosecha de girasol de lotes más tardíos, para luego encarar los barbechos de lotes destinados a cultivos de soja. Sobre finales del mes pudo retomarse la siembra de soja de segunda y maíz tardío, siempre con el ojo puesto en la protección de los cultivos ante las plagas: “ante la mejoría climática, rápidamente el sector se reactivó, lo que indica cual es la actitud de los productores y de los asesores ante las adversidades en el norte de Santa Fe”, dijo el profesional.
O muy poco, o demasiado
Tras tres años de sequía severa durante los cuáles La Niña generó pérdidas de todo tipo para el sector agropecuario, los suelos del norte santafesino se encontraron con un escenario opuesto, casi en un abrir y cerrar de ojos. Según detalló Mieres, los suelos más altos y en siembra directa han sido los que mejor pudieron hacer frente a estos eventos: “a pesar de la sequía de años anteriores la cobertura de rastrojos lograda ayudó mucho, sobre todo de trigo. En media loma, gran parte de la cobertura se movió del lote y se dio perdida de suelo y formación de sellos superficiales que perjudicaron la infiltración”.
En el mismo sentido, detalló que en el norte solo el 20 % de la superficie que tiene riesgo de erosión se encuentra sistematizada con terrazas, mientras que los lotes que tenían un cultivo de girasol en pie o ya estaban cosechados por lo general no estaban barbechados, lo que ayudó también a contener la situación. “Aquellos lotes que estaban laboreados, que son cada vez más frecuentes, fueron afectados lamentablemente con pérdida de suelo y en ellos se pueden ver en la actualidad los síntomas de erosión severos, claramente es inoportuno laborear en esta época donde se dan las lluvias más importantes, pero es una realidad dominante y es necesario trabajar para que esto no suceda”.
Mieres destacó también que el ordenamiento de los escurrimientos intra lote y en las cuencas, para poder así minimizar la erosión hídrica, “sigue siendo es una materia pendiente del sector y del estado”. “En un contexto de cambio climático y con el retroceso de la siembra directa la situación a futuro es que se puede agravar el estado de deterioro del suelo”, advirtió.
Estado de los cultivos
Con un diciembre que fue húmedo en general y un mes de enero signado por eventos extraordinarios, el cultivo del girasol fue el más afectado ya que recibió lluvias en la floración y luego exceso en la cosecha: “es el cultivo más importante del ciclo primavera-verano y mermó sus rendimientos considerablemente”, dijo el ingeniero agrónomo, quien explicó que se siembra en las posiciones más bajas del paisaje, por lo que la cosecha quedó demorada “mucho tiempo”, en esos casos.
La soja de segunda, el cultivo más importante de verano, ha sido sembrada “fuera de la fecha óptima” y la superficie de siembra será menor a la prevista, con rendimientos que -según puntualizó- “se verán disminuidos porque las condiciones ambientales ya son de menor potencial”. “La realidad es que los productores, aún en esas condiciones, siguen considerando sembrar como la mejor alternativa, inclusive soja y maíz luego del cultivo de girasol, porque tienen una estructura que sostener o mejorar y necesitan continuar el ciclo productivo”, agregó.
Por su parte hay que destacar que los lotes de soja de primera, maíz de primera, y algodón que estaban logrados, ahora están en buenas condiciones y representan el 20 % de la superficie aproximadamente, mientras que el algodón disminuyó gran parte de su superficie por lluvias y dificultades de siembra oportunas.
Nuevo clima, nuevos desafíos
Los científicos que estudian el clima han demostrado que el calentamiento del planeta altera los ritmos considerados naturales, e intensifica la frecuencia y la potencia de eventos extremos como inundaciones, sequías y olas de calor. En ese escenario, es clave que los profesionales de la agronomía cuenten con buenas herramientas de manejo o gestión.
Según argumentó Mieres, tanto para una situación de sequía como para otra de excesos hídricos, al menos para un horizonte de corto plazo, tanto la siembra directa como la intensificación de las rotaciones de cultivos son herramientas fundamentales para manejar la variabilidad climática en lotes agrícolas. “Además de propender a conservar el suelo en su lugar, dan ventajas sobre todo en el verano por mayor oportunidad de siembra, cosecha y productividad de los cultivos de verano”, subrayó. Sin embargo, la siembra directa fue disminuyendo de forma alarmante, lo que expone a los suelos a riesgos altos a la erosión hídrica.
“Creo que se cuenta con herramientas para mejorar las secuencias agrícolas tradicionales a mediano plazo, como el uso de cultivos de servicio y el uso de abonos orgánicos que pueden apuntalar procesos para recuperar la fertilidad de los suelos, química, física y biológica. Eso nos pueden permitir mantener o mejorar el carbono de los suelos, y de esa manera manejar mejor la variabilidad climática”, dijo el especialista, para agregar que además de contar con estas herramientas, se requiere un esfuerzo tecnológico y económico muy importante por lo tanto el uso de herramientas de análisis de costos e inversiones es fundamental.
“La tecnología actual para sistematizar los suelos, diagramar y ejecutar terrazas, hacer diagnóstico de los campos está disponible, y es liderada por Ingenieros Agrónomos, pero el punto está en financiar esas mejoras. El riego agrícola es una herramienta de largo plazo que en esta región viene dando muy buenos resultados para mejorar la producción tanto en años secos como en años normales. Si duda que hay herramientas que son fundamentales y en lo que tenemos un rol fundamental como agrónomos, como las siembras en fecha óptima, la nutrición y protección adecuada de los cultivos, sin eso bien ejecutado claramente todo es más cuesta arriba”, explicó.
Más conocimiento para una mejor gestión
¿Existe suficiente información y capacitación en materia de gestión para clima extremo para los ingenieros agrónomos, en un escenario marcado por el cambio climático? Ante esta pregunta, Mieres consideró que tanto la virtualidad como las redes sociales hacen que sea más fácil poder captar la información respecto al clima, así como a la realidad y experiencias locales y de otras regiones. Aún así, subrayó que la información no es suficiente: “siempre falta información y sobre todo que esté validada y tenga rigor científico”.
“Estamos en una región que no es la pampeana y tenemos menos organismos que trabajen en promover el conocimiento agropecuario. Así que debemos saber utilizar lo que nos llega de otras regiones, que a veces no aplica de la misma forma, sobre todo en temas como suelos y clima donde nuestro ambiente es más restrictivo en cierta forma”, argumentó, para agregar que si bien es muy importante conocer oras experiencias “hay que hacer experiencia propia y en ese caso creo el trabajo colaborativo entre los actores e instituciones y gobiernos es fundamental para luego poder compartir la información”.
“En temas de cambio climático y aspectos de manejo y gestión sería muy fructífero lograr más espacios de formación y también conocer otras experiencias de primera mano, destinando tiempo y recursos para ampliar la mirada, entendiendo que también la sociedad nos delega un rol importante en conducir los sistemas agropecuarios del futuro”, concluyó el experto.