El arroz y el algodón son dos de los cultivos más tradicionales y con mayor arraigo en los departamentos del norte de la provincia de Santa Fe, donde el clima, la tecnología, los mercados y el nivel de conocimiento y gestión configuran un mosaico productivo en el cual cada pieza es única e importante. Los ingenieros agrónomos Jorge Ayala (MAT 82-3-0254) y Cristian Zorzón (MAT 82-3-0173) trabajan en esos dos sectores y, en diálogo con Agrovisión Profesional, compartieron sus experiencias y expectativas para el desarrollo del negocio.
El paisaje algodonero, una marca regional
Como referente del sector en la Provincia, Zorzón contó que el actual ciclo estuvo muy marcado por el clima, con cuatro zonas delimitadas por los cuatro puntos cardinales: este, oeste, norte y sur. En la zona de Villa Ocampo y Las Toscas hubo sequía extrema con rendimientos muy bajos con un promedio de 500 kilos, con mala calidad de fibra. En el sureste (Margarita/Calchaquí) la sequía no fue tan fuerte, lo que dejó cultivos dentro de una rentabilidad al menos neutra, sin ganancias, pero sin pérdidas. En el sur, en cambio, se registraron muy buenos rendimientos en la zona de Tostado y Ceres, con una calidad aceptable.
Por fuera de la campaña, Zorzón relató que en líneas generales los productores algodoneros están intentando ser más eficientes gracias a una mayor interacción con ganadería y también a la rotación de cultivos para tener un mejor control de maleza. “Veo una tendencia a un mejor manejo porque el productor que no se mete en ese camino, se está quedando. Hace varias campañas que el período estival viene muy mal, y cada vez más la diferencia la hace el que tiene buen manejo”. Además, agregó que muchos productores se están volcando al algodón “por su estabilidad”. “Si no se siembra más algodón es porque hay un problema con la cosecha, que es muy lenta. No todos los productores pueden hacer un fardo por falta de máquinas”, dijo el experto.
Mercados y ventana laboral
En relación a los movimientos de mercado y a los precios del cultivo, Zorzón detalló que para el algodón estos valores en el último ciclo fueron “muy buenos”, sobre todo en el mercado interno con subas de hasta 70% respecto a la campaña pasada. “Sabiendo que se iban a cosechar fibras de buena calidad la mercadería quedó en el mercado interno y la industria nacional pagó hasta un 70% que el año pasado, mientras que la exportación pagó un 30% más. Se podría decir que los precios compensaron el clima, en general”.
¿Puede el algodón ser una buena oportunidad de trabajo para los ingenieros agrónomos? Para Zorzón, si bien hasta hace poco tiempo atrás en la zona había muy pocos profesionales con buenos conocimientos técnicos sobre ese cultivo, eso empezó a cambiar gracias a una buena articulación entre la APPA, el Inta Reconquista y la Universidad del Nordeste. “Cada dos años se hacen especializaciones en algodón y eso levanta el nivel de conocimiento entre los colegas. Si bien a mi entender todavía falta más conocimiento para un mejor manejo, creo que se ve que como salida laboral el algodón viene sumando”. “Sin duda es algo que plantea un desafío profesional muy grande y hay una tendencia de los productores medianos a grandes de descansar o ceder el manejo de los cultivos a los ingenieros agrónomos. Es una buena alternativa y con buena capacitación es una muy buena fuente de trabajo”, agregó.
El arroz en su laberinto
A diferencia de lo que pasa con el algodón y con otros cultivos, el sector arrocero atraviesa un período de incertidumbre por precios bajos que estancaron la actividad. Así lo explicó Ayala, quien detalló que el precio de ese grano “hace dos campañas que quedó estancado” mientras que los insumos como los fertilizantes y los combustibles -muchos de ellos dolarizados- duplicaron su costo. “Eso hace que el cultivo hoy tenga escasa o nula rentabilidad y que muchos productores estén pensando en disminuir el área y otros directamente en no sembrar. Hay mucha incertidumbre y va a ser difícil sostener el área de cultivo si sigue este precio”, explicó el profesional, que trabaja en la zona de San Javier.
“Por un lado el dólar-agro genera que los precios estén planchados, mientras que a nivel interno hay molinos locales que comercializan y no pueden colocar un paquete porque no pueden competir con la marca de Precios Cuidados. Está muy complicada la comercialización, hoy se paga 30 mil pesos la tonelada de arroz cáscara cuando debería estar alrededor de 40 mil, estamos un 30% abajo y eso le quita rentabilidad al negocio”, agregó.
Clima y tecnología
En relación a la influencia del clima en el arroz, Ayala señaló que a diferencia de otros cultivos este grano sale favorecido en los eventos Niña porque recibe buena radiación y se potencian los rendimientos, aunque en este caso la bajante del río Paraná -que ya lleva tres años- dificulta la extracción de agua para riego. “Algunos productores han dejado hasta un 20 o un 30% del cultivo sin regar por no tener agua de rio suficiente ya que las bombas no dieron abasto por el bajo nivel, y perdieron eficiencia”, explicó.
Sobre el grado de tecnologización del sector, dijo que en general se trabaja con buena tecnología ya que el tipo de cultivo, que incluye gestión de riego, así lo requiere: “se necesita ser eficiente en la producción porque se manejan niveles de agua y se usa por ejemplo la nivelación con láser para curva de nivel. Tal vez lo que no está tan incorporado aún por todos sea la parte de siembra y fertilización variable, ahí venimos un paso atrás, pero en general la tecnología en nuestra zona se ha incorporado”.
Capacitación y expertise profesional
En los últimos años, un grupo de técnicos de la región comenzó a trabajar más intensamente en capacitación para mejorar la rotación de cultivos: “gracias a esto y a una renovación empresaria hay iniciativas en los mejores lotes donde se está haciendo rotación con agricultura de secano, esto es interesante porque veníamos de lotes con monocultivo de arroz desde hacía 40 años y eso amenaza la sustentabilidad del sistema”, puntualizó Ayala.
El papel del ingeniero agrónomo es clave para mejorar la gestión y los resultados del sistema, según enfatizó el especialista: “los productores que trabajan con un ingeniero agrónomo saben que tienen la parte técnica asegurada. El profesional debería ser siempre una pata más de la mesa porque tiene mucho para aportar al arroz”, agregó Ayala, para quien al tratarse de sistemas complejos que manejan muchos recursos naturales precisan esa mirada técnica e integral que puede aportar el profesional en agronomía.
“Hoy la mitad de las empresas recurre a un ingeniero agrónomo, falta todavía, puede ser una importante salida laboral pero aún no es fácil lograr ser asesor del sector porque además hay pocos productores. Lo que está claro es que se trata de un cultivo que necesita si o si de asesoramiento técnico”, concluyó.