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Maria Eugenia Racciatti: una profesional todo terreno distinguida por su capacidad para innovar

La ingeniera agrónoma (Mat. 82-2-0474) de Cañada Rosquín fue premiada a nivel nacional por su desempeño en el mundo rural.

Con una extensísima trayectoria profesional que incluye el sector privado y el público y diferentes especializaciones de la ingeniería agronómica que van desde la comercialización de insumos al arbolado público o las aplicaciones de fitosanitarios, la ingeniera agrónoma María Eugenia Racciatti fue una de las cuatro santafesinas en recibir este año el premio “Lía Encalada”, que busca reconocer y destacar el trabajo de mujeres dentro del ámbito de la ruralidad a nivel nacional.

La distinción a esta ingeniera agrónoma que vive y trabaja en Cañada Rosquín y que se formó en la Universidad Nacional de Rosario estuvo enmarcada en la categoría de “Innovación tecnológica”, por su trabajo en la organización y abordaje de un programa destinado a la gestión de prácticas sustentables en aplicación de fitosanitarios sobre producciones periurbanas y áreas sensibles. En diálogo con Agrovisión Profesional, la profesional contó sobre su extensa y variada experiencia profesional y destacó el papel clave de los ingenieros agrónomos en la vida social y productiva de la provincia.

¿Cómo comenzó su recorrido profesional?

Yo estudié en Rosario, cuando todavía Agronomía se dictaba en la sede de calle Santa Fe, y apenas me recibí me vine para Cañada Rosquín, donde mis padres tenían un campo familiar. Enseguida empecé a trabajar en venta de insumos, un rubro en el cual casi no había mujeres en ese momento. Yo era gerente de la sucursal y cuando hacíamos las regencias, siempre recuerdo que éramos solo dos mujeres las que nos dedicábamos a eso. Al mismo tiempo siempre atendí el campo familiar, somos un emprendimiento agrícola-ganadero y a partir de allí también hice asesoría a muchos productores de la zona. Si bien la venta no me gustaba mucho, me ayudó a insertarme profesionalmente y, con el tiempo, la mayoría de los productores terminaron haciendo campos mixtos. Siempre me gustó mucho la parte de asesorar en campos difíciles, por eso estuve bastante dedicada a campos de cría.

Luego pasó algo extraordinario que cambio sus prioridades profesionales…

Estuve 20 años haciendo eso, hasta que en 2015 por Cañada Rosquín pasó una cola de tornado que destruyó el arbolado urbano. Como el entonces presidente comunal era muy amigo mío, le propuse ayudar por las tardes para ver cómo se podía reconstruir lo que había sido destruido. Enseguida empezamos a trabajar y el tema del arbolado me atrapó completamente, decidí irme de mi trabajo en la semillería y empecé a formarme en ese tema a través de un curso con Ángela Villademoros, ¡y ahí me apasioné todavía más! Me capacité, yo hasta ese momento era contratada por la comuna, pero cuando llegó el tiempo de las elecciones me propusieron ser vocal, y dije que sí.

Allí comenzó su recorrido dentro de la función pública…

A partir de ese momento comenzaron varios proyectos que yo sentía que tenía pendientes, como el tema de las aplicaciones de fitosanitarios en el periurbano. Yo ya había atravesado todo el ruido que hacía ese tema a nivel social y empezamos a pensar cómo abordarlo desde la gestión local. Para eso convocamos a todos los ingenieros agrónomos de la comunidad, a los productores y al sector de la salud, fue algo bien amplio que busco congregar a todos los actores para ver cómo se podía abordar esta problemática como comunidad. Se hizo una muy buena ordenanza en 2016, con veedores, que llega a manos de Aapresid, y desde allí me dicen que tenía todo para poder certificar normas Iram de gestión, algo que logramos seis meses más tarde.

¿En qué consiste el programa Municipios Verdes?

Lo de Municipios Verdes fue un logro muy importante que además sigue marchando, su nombre viene del título que le puso Aapresid a partir del programa que desarrollamos en Cañada. Se trata de una forma de abordaje de los periurbanos en las localidades rurales que tiene que ver netamente con respetar la actual legislación que hay en la provincia, pero con algunas cosas agregadas como por ejemplo la figura de dos veedores y de un ingeniero agrónomo contratado por la comuna para autorizar las recetas, algo que muchas veces todavía recae en personas que no conocen bien el tema. Todo debe hacerse con equipos habilitados y el ingeniero agrónomo a cargo de la receta, como pide la ley. A eso le sumamos rotación y monitoreo de lotes y un plan de acción de 4 años en el periurbano. Además, se pusieron mangas de viento, se comunicó todo lo que se hacía a la población y se tomó como referencia a los caminos troncales. También gestamos una web app en la página de la comuna donde todo se registra, se obligó a hacer cortinas forestales y se trabajó en urbanismo para ver en qué dirección crece el pueblo. Lo más valioso fue el trabajo en si mismo, el camino recorrido y trabajar con todo el pueblo buscando acuerdos. Se hizo una muy amplia convocatoria y salió como un proyecto en común, fue la primera vez que todos los ingenieros agrónomos de la localidad nos abocamos a algo en común para mejorar.

¿Qué otros temas abordaron además de los agroquímicos desde la gestión pública?

Cuando terminamos eso nos pusimos con el tema de los residuos, para eso primero estudiamos bastante los comportamientos de los habitantes de la localidad con la idea de impulsar la separación entre reciclables y otros. Creo que se lograron cosas muy buenas muy rápidamente. Pero en ese momento otra vez hubo elecciones y esa vez me propusieron entrar como vicepresidenta, y dije que sí. Asumí como vicepresidenta en 2020, justo cuando empezó la pandemia, todo fue muy duro. En síntesis, a los 8 meses presenté la renuncia y decidí seguir con mi campo. Me puse a hacer un curso de paisajismo que tenía que ver con montes en los campos ganaderos, y ahora estoy contratada por Colonia Belgrano para manejar el arbolado urbano. Trabajo con un grupo de mujeres a quienes les interesa el tema, en el marco del plan Santa Fe Más, un poco como ya lo había hecho en Cañada con chicos jóvenes.

¿Cómo surgió su postulación al premio de Mujeres Rurales?

A raíz de lo de Municipios Verdes empecé a tener contacto con diferentes agrupaciones de mujeres rurales del sur de Santa Fe interesadas en el programa. Me invitaron a una reunión del INTA en Carlos Pellegrini sobre ese tema, surgió una charla y estaba como oyente Alicia Ciciliani (ex ministra de la Producción de la provincia). Ella luego me escribió contándome de Mujeres Rurales Argentinas y me dijo que me había postulado. Me pidieron el CV, estudiaron el tránsito profesional de cada una y yo quedé en la categoría de Innovación y Tecnología. Éramos 400 mujeres rurales, quedamos 100 y luego ya las premiadas. Creo que tiene que ver con el proceso de Municipios Verdes, la forma en la que se abordó el programa como una política pública. Es un tema que como profesional me hacía mucho ruido, yo estuve muy en contacto con los insumos y la venta y se habla desde el desconocimiento en muchos casos. Para mi era una materia pendiente que me debía a mí misma y que le debía a la localidad.

Su trabajo fue visto como una innovación…

Yo tuve la suerte de trabajar en lo público y lo privado y ver las dos caras, y creo que la postulación en la categoría de innovación tuvo que ver con eso, con la gestación del programa y cómo se convocó a diferentes actores a repensar juntos los periurbanos. La sociedad fue la protagonista y pudimos trabajar sobre eso, fue muy rico como proyecto, cuando la sociedad y la política empujan para el mismo lado, salen cosas buenas.

¿Qué papel les toca ocupar a los ingenieros agrónomos en sociedades con demandas cada vez más complejas?

Los ingenieros agrónomos cumplimos un papel fundamental, es una profesión muy amplia y diversa y podemos aportar desde muchos lugares. A veces toca trabajar desde una mirada muy zonal, pero muchas otras veces no es sólo cuestión de qué producir, sino el cómo. ¿Cómo queremos que la sociedad nos vea? Nosotros tenemos que visibilizarnos como profesionales, no podemos pretender que nos conozcan si no nos presentamos. A la hora de armar políticas públicas es una profesión que pocas veces es tenida en cuenta, somos vistos como productivistas y hay una mirada sesgada. La figura del ingeniero agrónomo es clave en muchos rubros, arbolado, periurbano, producción, hay muchas áreas de trabajo que se pueden abordar. Por eso es muy importante apuntalar esta profesión, que es maravillosa y que nos da muchas posibilidades. Creo que es hora de reforzar la importancia de los ingenieros agrónomos en cualquier instancia de gestión.

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