La Asociación de Cooperativas Argentinas montó una planta de recupero de plásticos en Cañada de Gómez
Cada vez más, la necesidad de avanzar y consolidar procesos productivos amigables con el ambiente, trazan las líneas de acción de muchos de los actores que componen el sector agropecuario. En este nuevo paradigma de sustentabilidad, donde se busca que todo lo producido sea reconvertido para equilibrar la ecuación ambiental, la planta de recupero de plásticos que la Asociación de Cooperativas Argentinas montó en Cañada de Gómez aparece como un ejemplo claro de cómo una compañía se adapta a las nuevas exigencias sociales y también de mercado.
Así lo explicó el ingeniero agrónomo Flavio Luetto (Mat. 82-2-0895), a cargo de esa planta, quien subrayó la necesidad de que los profesionales mantengan una mirada y una formación amplia “en un mundo que cada vez ofrece más posibilidades”.
Un viaje laboral con varias escalas
Luetto es el encargado de dirigir la planta industrial que ACA montó en Cañada de Gómez, un lugar al que llegó después de un recorrido laboral muy variado tanto en funciones como en destinos geográficos. Un viaje enriquecedor que lo ayudó, según contó, a incorporar una mirada amplia y flexible sobre las posibilidades laborales de los ingenieros agrónomos.
“Estudie Ciencias Agrarias en la UNR, soy de la promoción que empezamos en Rosario y terminamos en Zavalla, por lo que llegué a conocer la facultad vieja” recordó el profesional, que arrancó a trabajar en el año 2.000, un momento complicado para el negocio del agro en Argentina por los bajos precios que en esa época tenían los commodities.
Eso lo llevó a volcarse en primera instancia a la docencia y fue profesor en una escuela secundaria. Ya luego de 2001/2002, con el resurgir del campo como sector con posibilidades, comenzó a trabajar en una inmobiliaria ya que crecía el interés por invertir en la zona central del país. “Conocí en detalle muchos lugares como Santiago de Estero, Entre Ríos y la costa con Uruguay”.
Luego ingresó al Inta como extensionista en la provincia de Santiago, en la agencia de Malbrán ubicada al sur de esa provincia. “Allí tuve un batido de realidades distintas al colaborar tanto con minifundistas que hacían cabras y ovejas hasta abordar a productores de agricultura extensiva con mucha tecnología”, dijo el profesional.
Entre la Pampa y Europa
Tras dedicarse a la extensión comenzó su relación laboral con la Asociación de Cooperativas Argentinas en San José de la Esquina a cargo de tareas “típicas de una cooperativa del sur de Santa Fe. “Me fue muy bien y empecé a conocer la parte comercial, un tema medio tabú muchas veces dentro de la profesión. Me gustó y pasé a ser técnico de semillas y a manejar todo el sur de la provincia” agregó.
Esa experiencia lo terminó por llevar a España, donde pudo conocer de primera mano la agricultura de ese país y también adentrarse en regiones de Europa del este como Ucrania, un país donde se encontró “con un ambiente productivo muy parecido al de Argentina”. Tras volver al país reanudó su relación laboral con ACA, desde donde le ofrecieron tomar las riendas de la planta de recupero de plásticos que desde 2017 funciona en Cañada de Gómez.
Una planta modelo
La planta de recupero de residuos plásticos que ACA montó está ubicada en el parque industrial de Cañada de Gómez y cuenta con capacidad para procesar 7.000 toneladas de plástico por año, con posibilidad de duplicar ese número a futuro de ser necesario. “La génesis de este proyecto arrancó en 2008 con el paro del campo, cuando empezó a debatirse sobre la problemática de las aplicaciones, la contaminación, etc. ACA tomó esa inquietud y empezó a dar vuelta la idea de mejorar la imagen de los productores” rememoró el especialista.
Las instalaciones industriales sirven para reciclar tanto los silos bolsa como los envases de agroquímicos producidos por la Cooperativa y persigue un doble objetivo: recuperar el plástico como materia prima para su reutilización y garantizar la sustentabilidad de todo el proceso en un paradigma de economía circular. “Ya se hablaba del tema del balance de carbono de las compañías. ACA tiene una pata internacional y los compradores de afuera miran mucho estos procesos. Allí se unieron cabos y la planta vino a resolver varias cuestiones: la necesidad de reciclar el plástico, la mayor demanda social de cuidado del ambiente y una demanda externa que exige menos huella de carbono”, dijo.
De esa conjunción de elementos surgió el proyecto de la planta con el objetivo entre ceja y ceja de llevar a cero el balance de plásticos de ACA y recuperar una cantidad igual a la que la Cooperativa produce y vuelca al ambiente cada año, unas 7.000 toneladas entre los silos bolsa y los bidones de agroquímicos.
Tecnología de última generación
El edificio cuenta con tecnología europea de última generación tanto para para procesar los bidones de fitosanitarios con triple lavado como para reciclar los residuos de silos bolsa. Luetto detalló que para su construcción y puesta a punto “se miró lo que había en el mundo” con la lupa puesta en Europa, lo que terminó impactando en la decisión. “Se compró tecnología europea para acondicionar el plástico para ser fundido, es tecnología alemana, mientras que la parte de la extrusión es de Italia”.
El ingeniero agrónomo agregó que se trata de una planta modelo no sólo a nivel país, sino incluso desde el punto de vista regional. “No hay otra igual en Sudamérica de este nivel tecnológico, en Brasil y Colombia puede haber plantas de reciclado más grandes, pero no que hayan sido pensadas como unidad de negocios armada desde cero. Esta es la única en su tipo dentro de un sector como el del reciclado que es muy informal y la mayoría de las plantas siguen esa línea. Hay plantas más grandes, pero ninguna que haya sido armada y pensada con criterios como la de ACA”.
La planta de recupero recicla el plástico de la región núcleo agropecuaria, ya que ACA opera en buena parte de la geografía argentina “y es imposible traer los plásticos de todos los rincones del país”. “Trabajamos una relación de proximidad, por eso la planta esté en Cañada, cerca de los núcleos productivos que más residuos generan. También por una cuestión de infraestructura ya que en esta zona tenemos todo lo que precisamos para operar con facilidad”, dijo.
Ley de envases
Luetto remarcó que existe una ley marco nacional de presupuestos mínimos para los envases vacíos de fitosanitarios sancionada en 2016, que es la que brinda el marco de referencia para el tratamiento de los envases en todo el país. Esa normativa hace responsables de la disposición final de los envases a las empresas registrantes, que no son ni las formuladoras ni las expendedoras, sino las que son dueñas del registro.
“Esto es en principio bueno para el productor, pero es malo para la industria. Al productor lo exime de la responsabilidad y a la industria la multan, aunque a la larga esa multa le vuelve al productor en el precio del agroquímico de la campaña siguiente”, razonó el especialista.
Por otra parte, la ley nacional no considera a los bidones de fitosanitarios como residuos peligrosos, algo que el profesional consideró “súper importante” ya que ese tipo de residuos demandan un tratamiento especial. “La ley se adapta a la realidad porque ningún productor estaba inscripto como generador de residuos peligrosos, por lo que aporta una solución a ese problema”.
Por el lado de las contras, para Luetto los problemas arrancan cuando les toca jugar a las provincias, encargadas de determinar la autoridad de aplicación: “algunas designaron a los ministerios de la Producción o de Agricultura, pero muchas otras designaron a los ministerios de Ambiente, que están muy lejos del mundo de la producción y eso generó dificultades”. Por último, señaló que Santa Fe “es la provincia más atrasada de todas las de la región núcleo” por una serie de factores que incluyen tanto el cambio de gobierno como la pandemia.
Una ventana laboral
El profesional reconoció que su trabajo “no es muy común para el grueso de los ingenieros agrónomos”. “Es un poco raro lo que hago porque no hay muchos proyectos ni mucha gente que trabaja en esto. Pero creo que puedo hacerlo porque una de las fortalezas de nuestra carrera y nuestros planes de estudio fue tener una mirada muy amplia con materias que van desde física a fruticultura, pasando por administración o sociología”.
Esta formación generalista “si bien al principio puede confundir”, permite luego afrontar muchos desafíos a lo largo de la vida profesional de los ingenieros agrónomos. Aun así, el especialista consideró que “todavía falta más apertura de criterios y perderle la alergia a los trabajos comerciales”. “Hay un mundo de cosas para hacer y una de las claves es tener la cabeza abierta, porque el mundo es muy desafiante en ese sentido”, concluyó.
Esa característica fue la que lo llevó a ocuparse de una planta de recupero de plásticos “sin ninguna idea previa de esa industria”.
En un mundo que pide, busca y necesita cada vez más sustentabilidad en sus procesos industriales y productivos tener una mirada y una formación sensible con el ambiente es un plus. “Es muy importante avanzar en la profesión con una visión muy amplia y el tiempo invita a interiorizarse en economía circular, empresas B y cuidado del ambiente. Hay muchísimo por hacer en todo ese campo”, argumentó.