En 1900 se instituyó en Argentina el 29 de agosto como “Día del Árbol” con la finalidad de fomentar la plantación y el cuidado de los árboles y crear conciencia acerca de su importancia.
Resulta difícil resumir en palabras la importancia de los árboles. Sin embargo, es fundamental hacerlo. Esto porque, muchas veces, la agitada vida actual hace que seamos indiferentes a lo que ocurre con los árboles en nuestro entorno. Y así suceden: fuegos destructores, deforestación, podas irracionales, abandono, desprecio, calamidades. Sólo comprendiendo la importancia de los árboles es que nos convertiremos en sus fervientes defensores y, como es necesario, en sus promotores. Porque necesitamos más árboles y esto es urgente.
Los árboles producen oxígeno, al punto que su aparición en el planeta hace millones de años, transformó completamente la atmósfera y permitió el surgimiento de las diversas formas de vida. Por eso, pueden considerarse verdaderos pulmones que sostienen la vida en la Tierra.
En su estructura, atrapan e inmovilizan grandes cantidades de carbono. El carbono, en la atmósfera, es uno de los gases que ocasiona el calentamiento global. Es por ello que incrementar la cantidad de árboles es una de las acciones para mitigar el inminente cambio climático.
Los árboles protegen los suelos. En su dinámica, los sostienen con sus entramado de raíces y le aportan fertilidad, reciclando en forma continua los nutrientes.
Son fundamentales en el complejo ciclo del agua. A través de su estructura de ramas, hojas y raíces, el agua de lluvia ingresa lentamente al suelo, recargando el perfil y las napas freáticas. Además, utilizan un importante volumen para su propia subsistencia. Por ello, la pérdida de los bosques nativos y sus masas arbóreas, es causa directa de las recurrentes inundaciones que nos acechan.
Tantas son las funciones benéficas de los árboles en el ambiente que caemos inevitablemente en una lista, que nunca será taxativa: regulan las temperaturas extremas, el clima local, atemperan los vientos, protegen los cursos de agua, atrapan sustancias contaminantes, estructuran los ecosistemas, sostienen la biodiversidad, son refugio y alimento de la fauna, tanto doméstica como nativa. Un sinfín de beneficios que, muchas veces, pasan inadvertidos para gran parte de la sociedad.
Y desde una mirada más antropocéntrica, debemos decir que los árboles han sido útiles al ser humano desde el surgimiento mismo de su existencia hasta la actualidad. Desde siempre, el árbol acompañó al hombre y fue su aliado insustituible. Maderas para construir viviendas, herramientas de trabajo, elementos de caza, muebles, medios de transporte, puentes, vías férreas. Leña para abrigarse, para preparar alimentos, para abastecer de energía a transportes e industrias. Sustancias útiles como cauchos, resinas, gomas, taninos, tinturas. Remedios y fórmulas medicinales que fueron descubiertas en hojas, cortezas, y demás partes de los árboles, utilizadas desde antaño en medicina popular. Miles de frutos, con innumerables aplicaciones, siendo la alimentación humana, apenas, la más evidente. Fibras para la fabricación del papel, con su inconmensurable valor en la historia de la humanidad. Todo un mundo de bienes, diversos y omnipresentes.
Y en medio de tantos beneficios y recursos que los árboles brindan, está su influencia en la psiquis o el espíritu del hombre, como sea que lo consideremos. Como grandes artífices del paisaje, inundan con su sola presencia nuestra vida actual, predominantemente urbana. Nos traen calma, descanso, sosiego, nos conectan con la naturaleza y con nuestra propia esencia. Son legado entre generaciones, firmes testigos de la historia y vivos componentes de la cultura de los pueblos.
Nada mejor que conocerlos íntimamente para valorarlos. Nada más necesario que valorarlos para protegerlos. Y protegerlos implica no sólo resguardarlos, sino multiplicarlos, plantarlos, cultivarlos. Porque es sabido, que cualquiera sea el contexto, siempre, y en forma urgente… se necesitan más árboles.
La Ley del Árbol en la Provincia de Santa Fe
Lograr más árboles en el territorio santafesino es ley. A fines del año 2018 se promulgó en nuestra provincia la Ley N° 13.836, más conocida como “Ley del Árbol”. En su creación intervinieron diferentes ministerios, instituciones e incluso la sociedad toda, que participó a través de la web. Resultó en una norma muy completa, que aborda diferentes ámbitos donde es necesario proteger e incrementar los árboles.
Esta ley derogó la antigua ley provincial N° 9.004 de protección del arbolado público, una de las pioneras en su materia en nuestro país, que estuvo vigente desde el año 1.982. Al igual que aquella, prohíbe la poda y extracción, como medidas básicas de protección.
Establece que las comunas y municipios deben contar con un “Plan de Gestión Integral del Arbolado Público”. Esto deja en claro que el arbolado de una comunidad nunca debe estar librado al azar ni sometido a las erráticas decisiones de los vecinos. Por el contrario, el estado local debe gestionar y manejar sus árboles, asegurando este importante servicio para el presente y el futuro. Los profesionales idóneos en la materia deben elaborar un plan de arbolado a largo plazo y un plan anual con tareas que permitan alcanzar paulatinamente las metas propuestas.
Además, dice explícitamente que arbolado público comprende todos los árboles del espacio público, tanto urbano como rural. Es así, como queda claro que el arbolado de los caminos rurales es también responsabilidad del estado local. Los árboles deben volver al campo. Y no sólo a los caminos rurales. Esta norma es superadora en cuanto obliga a los productores rurales a forestar un porcentaje de sus campos, que varía según el tamaño de la propiedad y la calidad de los suelos. Los productores deben asegurar así una superficie arbolada en sus predios, como parte de su responsabilidad empresarial y compromiso social.
Además, la ley fomenta la creación de corredores verdes en el ámbito de municipios y comunas, esto es, espacios con vegetación natural que permitan el desarrollo de la vida silvestre, por ejemplo a la vera de caminos. Muy diferente a cultivar las banquinas de rutas, práctica que, pese a estar prohibida por diferentes resoluciones provinciales, se ve con extrema frecuencia.
Además, crea un Fondo de Arbolado y da respaldo a la Red de Viveros de la Provincia, con el objetivo de proveer los árboles que sean necesarios.
Todo está dispuesto para que haya más árboles en nuestra provincia. Al menos, la ley está, sólo resta que los santafesinos nos dispongamos a cumplirla.
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Acerca de
Ing. Agr. Verónica G. Kern
Mat. 82-1-0731
Miembro de Comisión de Arbolado y Espacios Verdes Públicos, CIASFE