La crisis sanitaria que atraviesa el mundo afectó la demanda de commodities.
Como nunca antes, un enemigo invisible puso en jaque al planeta. La pandemia global vino acompañada de un nivel de incertidumbre y un cese de actividades comerciales y productivas que impactó fuerte en las commodities, con el petróleo a la cabeza y las agrícolas a la rastra. A ese escenario impensado se le suman las dificultades propias de la macroeconomía argentina y también la variabilidad climática que en la zona núcleo se expresa a través de escasas precipitaciones en los últimos meses.
El ingeniero agrónomo y analista de mercado Fernando Botta explicó que la demanda global de materias primas “está cayendo por la parálisis mundial” y que, en ese esquema, el derrumbe del petróleo arrastra al resto. “Sin transporte ni actividad la demanda se destruyó. Si a eso le sumamos las crisis geopolíticas que ya arrastraba ese sector tenemos un combo de temer”.
¿Qué estrategias pueden adoptar los productores en este escenario? Según Botta, lo que queda en primer lugar es “terminar la campaña”. “Con este nivel de impuestos la situación del sector no es buena, aunque la campaña que viene tal vez el tipo de cambio puede llegar a darle rentabilidad”.
Sin precios internacionales “hace falta que el tipo de cambio oficial se deslice para tener números positivos, sobre todo con esta estructura de costos internos que son muy caros” argumentó el experto.
Shock global, impacto local
Botta señaló que, por ahora, lo que reina es la incertidumbre: “en el mundo nadie sabe con certeza cómo va a seguir esto ni hasta cuando seguirán las restricciones. Lo que si vemos es que el mundo quiere tener efectivo, lo que en general significa buscar dólares, y por eso esa moneda está fuerte”.
Según se explica en el último informe de coyuntura elaborado por CREA, el shock externo producido por la emergencia sanitaria impacta sobre una situación interna ya delicada y tensiona aún más las perspectivas para 2020. “La mayoría de los empresarios continúa considerando que la situación económica y financiera del país, como así también de las empresas, es peor hoy que hace un año. Además, creen que la situación de deterioro se mantendrá durante el año”.
El proceso de renegociación de la deuda coincide con una tendencia en los países emergentes de depreciación de sus monedas, lo que agrega presión sobre Argentina. En Brasil, el real se depreció 16,2% en marzo.
China tampoco aporta buenas noticias por el momento, ya que a raíz de la pandemia que comenzó en ese territorio la producción industrial se retrajo un 13,5% interanual en los dos primeros meses del año, y se estima que su nivel de crecimiento anual caerá a la mitad por efecto de la crisis sanitaria.
Según Botta hoy la realidad del mundo “está llena de imprevisibilidad y lo que manda es el efectivo”. “Todos están sentados arriba de los billetes, pero eso en algún momento aflojará y la gente saldrá otra vez a movilizar ese efectivo para reposicionarse en activos”.
En ese contexto, la pregunta es si habrá en el mediano plazo algún aumento de la inflación a nivel mundial por la gran emisión monetaria “porque ese es un escenario posible”. “Estamos en un escenario que nunca nadie jamás imaginó bajo ninguna circunstancia, pero hay que esperar que pasada la tormenta las economías se vuelvan a abrir rápidamente”, dijo.
Granos y cereales
Si se enfoca el análisis en el sector agrícola, el coronavirus hoy impacta sobre todo desde la demanda, aunque podría tener alguna incidencia en la oferta por problemas en la logística de productos y servicios, así como por el ritmo de producción de determinados insumos.
La oferta de soja muestra elevados volúmenes mundiales, principalmente proveniente de Brasil. Esto no quita que _según el informe del CREA_ se retrajeron las proyecciones de cosecha en Sudamérica por el déficit hídrico que atraviesa la región.
Por el lado de la demanda, a la retracción por la peste porcina africana se le sumó el efecto del covid-19. Por ahora el mercado espera la reactivación de China y del resto de las economías con valores históricamente bajos tanto por el efecto del virus como por medidas políticas locales.
En ese sentido Botta argumentó que la principal virtud de la oleaginosa “puede venir por el lado que Estados Unidos reducirá el área, o al menos esa era la idea antes de esta crisis”. “Si eso ocurre y le sumamos algo de presión del clima podríamos tener un condimento adicional al mercado de la soja” expresó el analista. Igualmente, por el momento hay que esperar al menos hasta mediados de año, cuando comience a despejarse la incertidumbre mundial que genera la pandemia de coronavirus.
También hay que tener un ojo puesto en China: “al día de hoy esperar una gran recuperación de China no es algo factible, el destino de la soja está más signado por lo que vaya a pasar en Estados Unidos” afirmó Botta.
Para el maíz se proyecta un récord de cosecha en Brasil, aún con los recortes esperados por las condiciones climáticas de los últimos meses. La demanda también está amenazada por la evolución de la pandemia y la dinámica del precio del petróleo, y si bien está activa la demanda local de la exportación, el mercado se encuentra afectado negativamente por las condiciones internacionales.
“Es preocupante saber adónde irán los precios del maíz, cuando estaban alrededor de 3 dólares pensamos que eso era un piso pero viendo la caída de la demanda hay versiones de todos los colores. Hay que esperar y ver lo que pasa con el petróleo para seguir la evolución de este grano” explicó Botta.
Cultivos de invierno
Botta señaló que, en el escenario actual, el cultivo que más sobresale es el trigo, que al ser un alimento directo es muy demandado por diferentes países que ante la posibilidad de escasez optan por tener un sobre stock. “Ningún país quiere tener problemas alimenticios en medio de una crisis así, lo que aumenta la demanda en algunos lugares o incluso puede llevar al cierre de exportaciones en productores importantes como Ucrania o Rusia”.
Por otra parte, los problemas climáticos que atraviesa Europa (en el oeste falta de humedad, en el este demasiada humedad) le dan soporte al cereal. “Todo esto hace que el trigo sea el único cultivo que mantiene todavía un poco de fortaleza”.
En Argentina (junto con Australia los países que hacen trigo en el hemisferio sur) persisten problemas de desincentivo a la siembra ya que _dijo el analista de mercados_ “los productores básicamente están cansados de renegar y no saber si a fin de año lo van a poder vender o no”. “Aún si los productores pueden asegurarse el precio antes de sembrar, existe hay un malestar ya casi natural porque nunca se sabe cuando llegue diciembre qué se va a poder hacer” dijo Botta.
Otra preocupación es el clima, ya que con la campaña 20/21 encima la falta de agua en la zona núcleo “es muy preocupante”. “Entramos al otoño casi sin reservas y eso le agrega un condimento al mercado del trigo. Si le sumamos la bajante del río Paraná y la sequía en el sur de Brasil, vemos que el trigo puede ser un indicador de muchas cosas”.