Actualidad

Producción de plantines como forma de diversificar la actividad profesional

Matías Speranza es un ingeniero agrónomo que trabaja en Reconquista. Desde hace dos años se dedica a producir plantines hortícolas en una zona con demanda y escasa oferta.

Trabajar en el sector público y apostar a un pequeño proyecto privado fuera de los circuitos productivos más convencionales es el desafío laboral de Matías Speranza, ingeniero agrónomo recibido en la Universidad Nacional del Nordeste que reparte su tiempo entre la dirección de forestación municipal y del vivero de Reconquista y su empresa PlantiMax, dedicada a la producción de plantines para horticultura.

Speranza estudió ciencias agrarias en la ciudad de Corrientes en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). “Toda facultad de agronomía te enseña a producir, pero dentro de eso hay miles de cosas”, razonó, para agregar que más allá de “elaborar los alimentos que demanda la población mundial de lo cual se ocupan las grandes compañías” existe un mundo de posibilidades laborales que muchas veces queda fuera del radar de los profesionales recién recibidos.

Entre lo público y lo privado

“Yo empecé trabajando en Santiago del Estero en una empresa que hacía extensivo pero mis convicciones iban por otro tipo de producción”, recordó. Entonces decidió instalarse en Reconquista donde montó una empresa de mantenimiento de espacios verdes y paisajismo que, al tiempo, le abrió las puertas para ser convocado desde la municipalidad de esa ciudad para mejorar los espacios verdes urbanos.

“Luego me ofrecieron la dirección de forestación municipal y al poco tiempo la dirección de vivero, donde me di cuenta que los plantines florales y hortícolas venían de otras ciudades y que no había producción local” argumentó Speranza.

En el norte de Santa Fe todos los platines hortícolas llegaban desde la ciudad capital de la provincia y los florales desde Buenos Aires recorriendo miles de kilómetros: “en ese momento me propuse comenzar a hacer una producción local apuntando a la escala”, dijo.

Plantines con sello local

Según explicó el experto, PlantiMax es una plantinera hortícola que a diferencia de un vivero tradicional (que compra plantines que hace crecer para venderlos ya grandes y producir así plantas ornamentales y forestales), produce plantines para la horticultura en un período de tiempo muy pequeño: “se utiliza la semilla, se siembra y cuando llega a los 20 o 25 días ya se vende”.

Entre las especies que trabaja está la lechuga criolla, la lechuga mantecosa, cebolla de verdeo, remolacha, perejil, espinaca, acelga y zapallitos de tronco, entre otras. La idea es seguir de cerca la demanda de los productores de la zona: “es muy difícil cambiar el modelo de producción sin antes escuchar la demanda y conectar con las necesidades de quien produce”, razonó.

La zona de venta de su producción es por ahora Reconquista y su zona de influencia, aunque la idea es ampliar esa base a otras provincias como Corrientes y Misiones con gran demanda y muy poca oferta en cuanto a plantines para horticultura.

“Tratamos de cubrir toda la producción a escala para poder llegar a otros mercados como Corrientes o Misiones, donde todo lo que llega son plantas muy pequeñas embaladas en cajas y muchas veces deterioradas” remarcó Speranza, quien comenzó con la empresa hace dos años y hace uno año que pudo comenzar a vender, una actividad que complementa con asesoría a los productores que le compran.

Las huertas urbanas, un mercado creciente

Otro nicho que crece a pasos agigantados es la venta para horticultura urbana, una tendencia que no para de crecer como consecuencia del deseo social creciente de tener a mano alimentos sanos y de estación.

Para ese público en particular, la empresa que dirige Speranza ofrece bandejas de 325 plantines con especies mixtas. “Hay una preocupación por comer mejor que no para de crecer en las ciudades. Yo tuve un pequeño emprendimiento de jardinería y noté que la demanda, más allá de lo ornamental, va para el lado de las huertasurbanas, de comer lo que se cosecha y se siembra con las propias manos” dijo el ingeniero agrónomo.

A esta oferta la complementa con la posibilidad de conseguir jardines verticales que, en vez de especies ornamentales, se completan con especies de aromáticas que resisten bien el sol como la albahaca y el orégano. “La demanda urbana está muy orientada hacia eso, hay cada vez mayor interés en ese tipo de propuestas”, detalló.

Vivero municipal

Desde su lugar como director del vivero explicó que el objetivo de esa dimensión de su trabajo es lograr acumular capacidades en los recursos humanos para luego poder aplicarlas a producciones sostenibles. “Es importante emplear tecnologías de procesos para poder dar un producto de calidad sea en lo forestal o en lo ornamental, sin olvidar el bienestar en el trabajo. Por eso insistimos mucho en mejorar y organizar la infraestructura existente”, dijo el especialista.

Una de las patas del trabajo cotidiano del personal del vivero municipal consiste en conocer otros viveros de la región para observar y aprender técnicas de manejo que a posteriori puedan ser replicadas en los esquemas productivos propios. “Se trata, en definitiva, de apostar a un proceso de educación ambiental y productiva permanente que genere debates diarios sobre los conocimientos adquiridos y poder así dejar de lado de manera paulatina prácticas poco eficientes que no aportan ni al bienestar laboral ni a los procesos de producción y diseño” explicó Speranza.

Esos recorridos incluyeron visitas a la escuela de Jardinería de Resistencia en el Chaco para observar el uso que hacen de procesos biotecnológicos; el vivero Jhonatan de Calchaquí donde se estudian y aplican distintas formas de manejo de forestales; y el vivero Los Robles de Santa Rosa de Calchines. El plan de visitas incluye el Instituto Forestal de Chaco, el Inta Sáenz Peña, Bosques del Plata en Misiones, y el Inta Delta y viveristas de San Pedro “para poder así capacitar a los agentes y ampliar el conocimiento e intercambio de experiencias”.

El vivero trabaja con especies ornamentales como salvia farinacea, coralitos, portulaca, vinca pacífica, reina margarita, fresias, osteospermum, petunias, copetes amarillos y anaranjados, lobelias, crisantemos, clavelinas, conejito enano, alysum violeta, alysum snow cristal, dianela, durantas,laurentias, jazmines del cao, laurel de jardín y coronita de novia, entre otras.

También abarca una producción de especies aromáticas que incluye orégano, albahaca, salvia, ciboulette y romero. Por el lado de las forestales se puede encontrar caoba blanca, caoba rosada, crespones todos los colores, ibirá pitá, jacarandá, fresno, hovenia, álamo piramidal, paraíso misionero, lapacho amarillo (en plantín), ciprés lambertiana, ciprés calvo, thuyas y tipas.

Diversificar las incumbencias profesionales

Recorrer caminos productivos diferentes a los clásicos asociados a las grandes producciones extensivas es una apuesta que tiene muchas chances de ser positiva para los profesionales de la agronomía. Esa es la visión de Speranza, para quien se trata de intentar buscar horizontes profesionales “más allá de las grandes empresas ya que existen muchas otras alternativas”.

También existen, por supuesto, dificultades asociadas a los emprendimientos más pequeños o con sello local o regional, que deben armarse fuera de los circuitos industrializados y muchas veces se ven obligados a pensar y diseñar sus propias herramientas productivas, tanto desde lo teórico como desde la práctica.

Esto incluye tanto la búsqueda de líneas de financiamiento para arrancar o comprar insumos y maquinarias como el acceso a tecnologías. “A veces toca armar todo desde cero. Por ejemplo, a los sistemas de riego para la plantinera los hice yo, porque cada zona está determinada por un ambiente distinto y no servían los que se usan en otros lugares”, dijo el ingeniero agrónomo.

Se trata, en definitiva, de ajustar la tecnología a cada zona productiva en un proceso de aprendizaje que incluye el ensayo y error como en toda práctica profesional: “empecé con esto hace dos años a equivocarme y volver a cero, no frustrarme y seguir adelante. También viajé a conocer otras plantineras para ver cómo producen. No hay que quedarse con lo que está, hay que meterle a lo nuevo sin miedo y luchar” razonó el profesional.

En relación a su formación académica, señaló que si bien el paso por la facultad le sirvió para ampliar horizontes “tanto la tecnología como la producción muchas veces avanzan más rápido que la difusión del conocimiento formal”. “Yo no creo que la facultad sea deficitaria, pero si veo que los procesos productivos y la tecnología avanzan con mayor velocidad que la bibliografía”, dijo.

Un ejemplo de eso es la hidroponía, una manera de producir cada vez más seductora ya que no utiliza el recurso suelo. “Todo el tiempo debemos hacernos preguntas y buscar soluciones al desafío que genera la sustentabilidad de los sistemas productivos”, sintetizó.

1 comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *